El blog d'en Joan Ferran

2.5.18

DIJE QUE NO IRÍA Y NO FUI....







EL 1º DE MAYO NO IRÉ A LA MANI 


 Por primera vez en muchos años no iré a la manifestación del uno de mayo. No me duele nada. La artrosis aún me respeta y lo de la bronquitis no es, de momento, un problema serio. Ese día no tengo compromisos ni planes, tampoco obligaciones familiares, pero no pienso desfilar bajo banderas de plástico decolorado ni pancartas pintadas con frases huecas. Estoy enojado, molesto, con las cúpulas sindicales que olvidan lo que es la esencia del sindicalismo de clase y son presa fácil de los cantos de sirena secesionistas. Si alguien insinúa que he cambiado de escudería le diré, con respeto y educación, que yo estoy donde siempre y otros no. La mente no me falla, el estado me paga la pensión y quizás por ello, lo reconozco, veo las cosas claras sin condicionantes. Dicen los entendidos que los sindicatos siguen siendo necesarios para combatir la precariedad laboral y defender los derechos de los trabajadores. Claro que sí, no lo discuto. Ahora bien, cuando las cúpulas sindicales aceptan jalear las reivindicaciones de las viejas élites nacionalistas, olvidando otros objetivos sociales, cometen un grave error de múltiples consecuencias. A saber: fragmentan la unidad de los trabajadores y obvian la factura económica que va a pagar Cataluña tras la marcha de más de tres mil empresas. Las cúpulas sindicales -a sueldo o no de la central- andan escasas de liderazgos capaces de discernir lo que conviene a los trabajadores catalanes. Se han convertido en gestoras desideologizadas en lo social y contaminadas en lo identitario. Están más pendientes de preservar sus privilegios burocráticos, ante la eventualidad de un hipotético cambio político, que no de otras cosas. Hay mucha gente honesta, afiliada a los sindicatos, que merece ser respetada y que se ha indignado ante la manipulación de la que ha sido objeto. La manifestación del día 15 de abril fue la guinda de un pasteleo que ya lleva tiempo gestándose. El tema de las manipulaciones desde la cúspide no es nuevo en el sindicalismo mundial. Émile Pouget, vicesecretario de la CGT francesa entre 1901 y 1908, ya lo constato así: 
 “Los métodos de acción sindicales no son la expresión de un consentimiento de mayorías manifestadas por el procedimiento del sufragio universal. La teoría sindical desdeña la opinión de los ‘inconscientes’: son ceros humanos que se añaden a la derecha de las unidades ‘conscientes’”. 
Muchos sindicalistas catalanes se han visto agregados, con nocturnidad y alevosía, a una aventura que les es ajena. Daniel de León, uno de los fundadores en 1905 del International Workers of the World (IWW), pensador y principal teórico del socialismo y del sindicalismo norteamericano, gustaba comparar a los burócratas del sindicato con los tribunos de la plebe romanos. Decía que aquellos usaban la plebe para conseguir alcanzar la condición de patricios mientras, los sindicalistas de su tiempo, usaban las reivindicaciones obreras para labrarse un futuro personal sin penurias económicas… También Trotsky en 1938, en su Programa de Transición, acuño una tesis en la que sostenía que los problemas de la humanidad se acentuaban por la crisis en la dirección de las organizaciones políticas del proletariado. Ha llovido mucho desde entonces y el mundo ha cambiado, cierto. Las comparaciones son odiosas, sin duda, pero repasar la historia del movimiento obrero podría ser pedagógico para algunos jerarcas sindicales desmemoriados. Si estudiaran un poco sabrían de dónde venimos aparcando a donde nos quieren llevar. Así las cosas, colgaré una bandera roja en el balcón pero… ¡Que desfilen ellos!