El blog d'en Joan Ferran

24.4.18

COLAU ES UN DESASTRE Y PISARELLO EL ANUNCIO DEL CAOS







LA MALDICIÓN DE COLAU 




Desde que Ada Colau favoreció y permitió la expulsión de los socialistas del gobierno municipal una extraña maldición, a lo Jacques de Molay, se cierne sobre el equipo de la alcaldesa de Barcelona. Los problemas se multiplican, las soluciones no llegan y los despropósitos están a la orden del día. Narco pisos, Top-Manta, inseguridad ciudadana, prostitución callejera…Todo lo indeseable parece crecer en la capital catalana. Los ciudadanos son conscientes del deterioro de su ciudad y de la ausencia de respuestas adecuadas al creciente caos. Esta vez el cabreo del personal no viene fabricado gracias a la lupa mal intencionada de algunos medios de comunicación –eso le paso al hoy añorado Jordi Hereu- sino que es fruto de la observación de lo que acontece, del día a día. La armonía barcelonesa se agrieta mientras la sensación de desgobierno se hace evidente. A los de Colau les falta oxigeno e ideas. 
 No me entretendré en los asuntos delicados y escabrosos de la ciudad, no. Concejales suficientes tiene el municipio para pleitear por los temas. Pero si que, quizás por deformación profesional, me apetece alzar la voz ante el postureo y el revisionismo histórico que han impuesto Pisarello y Colau en Barcelona. La última perla al respecto ha sido insultar la memoria y enviar al desguace la figura del sacrificado, entonces y ahora, almirante Pascual Cervera Topete. Craso error marca de la casa. Revisionismo histórico cutre, soledad política, mala gestión y postureo son las señas de identidad, los rasgos definitorios, del equipo de gobierno de la señora Colau. Puestos a manosear el nomenclátor permítanme una ‘boutade’ antes de concluir este articulo. Los doctos concejales al servicio de la alcaldesa podrían, por ejemplo, repasar el nombre de algunos espacios urbanos susceptibles de provocar sarpullidos entre los demócratas. Que un personaje xenófobo y racista, como Sabino Arana, tenga dedicada una calle debería hacer reflexionar al más ‘Pisarello’ de turno. Y qué me dicen ustedes de aquellos mercedarios, los almogávares, que sembraron el pánico en el Egeo al grito de: Desperta Ferro. Matem, matem! En Grecia aun amedrantan a los niños invocando la venganza catalana. Cambiar el nombre de la calle dedicada a esos soldados de oficio podría ser una sugerencia para los amantes del postureo pijoprogre. Lo mismo digo respecto a quien los capitaneaba, Berenguer de Entenza… Pero claro, como dijo Franklin D Roosevelt: “Son nuestros hijos de puta” y, a esos, ni mentarlos. El revisionismo cutre colauita posibilita que, en un futuro no muy lejano, otros gobiernos puedan tener la tentación de eliminar discrecionalmente nombres de plazas y calles que hoy recuerdan a personalidades como Karl Marx, Pablo Iglesias, Buenaventura Durruti o Ángel Pestaña… ¿Jugamos a eso, a los turnos? 

Que la maldición caiga sobre el equipo de Ada Colau me trae sin cuidado. Lo que realmente me preocupa es que sus efectos colaterales repercutan negativamente sobre la ciudad. Barcelona está mal gobernada; la gestión municipal es cada vez más deficiente, los problemas se enquistan y el funcionariado se desmotiva ante tanta frivolidad. Ahora bien, no se preocupen ustedes en exceso, todo ello se solventa votando sin trampa ni cartón. Mientras tanto: santa paciencia con los narco pisos, el top-manta, las peleas a machete, la participación ‘ful’ y mil cosas más...

20.4.18

NO SON ANGELITOS







LAS MIL Y UNA VIOLENCIAS…


 Con tanto ir y venir de jueces, abogados, fiscales, manifestaciones y detenciones de CDR y demás, se ha puesto de moda escribir columnitas y hablar, por los codos, de terrorismo, de violencia y de un par de cosas más. No son temas novedosos ni exclusivos de nuestro siglo, no. Ya en el evangelio de Juan, sin ir más lejos, se narra que Simón Pedro blandió una espada y cercenó la oreja de Malco. La víctima era un lacayo del sumo sacerdote Caifás. El conflicto lo enmendó Jesús obrando un milagro devolviendo al sirviente su integridad física. Y, puestos a que nos ha dado por la vena bíblica sanguinaria y violenta, también podríamos citar a la hermosa viuda Judith, famosa por su ferviente patriotismo, que decapitó -tras seducirlo- al general Holofernes, para salvar a su ciudad del yugo extranjero… También podríamos citar aquí la ‘violencia revolucionaria de las masas’ que en otras épocas se predicó desde el izquierdismo radical. O la exaltación de la violencia con fines estéticos al estilo Laurent Tailhade, cuando soltó la conocida frase: “Qué importan las victimas si el gesto es bello”. Hay mil y un tipo de violencias en este mundo cruel pero todas, a mi modesto entender, igual de deleznables. 
 Permítanme que les hable de una violencia que no conoce la sangre, que no es física, aunque si dañina para los sentimientos del ser humano. Es aquella que no se ejerce de forma convencional sino edulcorada, casi clandestina. Es aquella que se practica acusando a alguien de ser lo que no es, es aquella que califica al crítico de facha o al discrepante de botifler. Es aquella violencia farisea que abre el acceso a los medios de comunicación, las tertulias o el mundo editorial sólo a los adictos al credo dominante del nacionalismo secesionista. Es también aquella que discrimina a profesores, catedráticos o periodistas por no aplaudir la retórica de la Cataluña ‘oficial’. Cuando se mira con odio o gesto de desprecio al díscolo que cruza la calle, eso también es violencia; cuando, desde el anonimato de las redes sociales, se insulta al tertuliano de turno y el exabrupto aparece en pantalla eso es… ¿Participación con libertad de expresión? ¿Y qué me dicen ustedes de la violencia verbal de algunos capitostes a sueldo del erario público que se atreven a afirmar que ‘estamos en guerra’? Otro calificativo reservo para el acoso a la casa del adversario político, las pintadas agresivas, los cortes de autopistas y carreteras, los agravios a las fuerzas del orden o los atentados contra publicaciones, asociaciones, partidos y entidades ciudadanas no homologadas por los guardianes de las esencias. 
 Por mucho que algunos se empeñen en negarlo mil y una violencias habitan entre nosotros. Algunas son perniciosas y aniquiladoras; otras, la institucional por ejemplo, están supeditadas al control político democrático que emana del estado de derecho. Las de tipología farisaica-clandestina, en cambio, generan fractura social y mucho odio. ¿Acaso no aprecian ustedes la diferencia?

9.4.18

AMARILLO CANSINO...









EL BARÇA Y EL PELIGRO AMARILLO 



Un buen amigo socio del Barça, medio en serio medio en broma, sostiene que el procés es como la carcoma. Sí, ese gusanillo que se introduce en los intersticios de los muebles y horadando, sin tregua, descompone lo que le pongan por delante hasta convertir cualquier madera noble en polvo y astillas. Mi colega, buen polemista, pone como ejemplos de la acción destructiva del procés la desaparición de Unió Democrática, la voladura de CDC, las tribulaciones de los Comuns, la marcha de tránsfugas en el PSC y la permanente inestabilidad política que azota al país. Argumenta que los sindicatos, antaño de clase, tampoco se libran de la voracidad de esta carcoma y, aduce, que ya padecen síntomas de disensión interna tras acomodarse a las exigencias del guión secesionista… Para otra ocasión dejaremos los efectos del carcoma-procés sobre la economía catalana y la cohesión social. 
Los activistas del secesionismo, con sus performances, irresponsabilidades, CDRs y despropósitos varios, lo deterioran casi todo. Y dentro de ese casi todo también están los grandes clubs de futbol del país como son el Barça y el Espanyol. La UEFA está enojada, no se anda con guasas y prepara expedientes. En más de una ocasión ya ha advertido al club azulgrana respecto al uso de simbología política en los partidos de competición europea. El numerito de los globitos amarillos durante el match contra la Roma le puede costar más de un disgusto al equipo de Valverde, la profusión de banderas i pancartas también. El nacionalismo y los fundamentalismos en Europa no gozan de buenas referencias, provocan prevenciones. No vean en mis palabras una intención de laminar la libertad de expresión de los ciudadanos. Nada de eso, lo único que insinuó es que cada cosa debe ocupar el lugar que le corresponde para que el deporte se libere de aquellas gentes que lo utilizan con fines partidistas. El barcelonismo en su sentido más amplio, desgraciadamente, va perdiendo fuelle. La identificación del club que algunos pretenden con el denominado ‘procés’, las esteladas o la broma de los globitos amarillos retrae a muchos aficionados. Amantes del futbol que en el resto de España declaraban públicamente su barcelonismo -y nutrían sus peñas- se han instalado desconcertados en un silencio acomplejado y frustrante. No entienden ni comparten la instrumentalización del deporte y de su equipo por motivos políticos. Algunos me dirán que ‘el Barça es mes que un club’. Cierto, pero precisamente por eso, por su universalidad, no puede dejarse domesticar con fines espurios o partidistas. 
Entre los seguidores de los dos grandes clubs catalanes hay gentes de todas las ideologías, creencias y orígenes. No permitamos que la carcoma haga polvo y astillas de las maderas más nobles. El peligro amarillo no está en los orientales, como querían hacernos creer algunos en el siglo XIX. No amigos, viene de la mano de irresponsables sin rumbo aficionados a las performances secesionistas.

4.4.18

SERPIENTES VENENOSAS





TURBA DE FANATICOS

 No teman, no voy a banalizar nada ni a etiquetar a nadie por sus acciones, palabras u obras. No hace falta. Todo el mundo recuerda quienes eran aquellos que insultaban y perseguían por las calles a los discrepantes, quemaban casas de disidentes y sellaban comercios. Todo el mundo ha leído o visto documentales en los que, enfurecidos fanáticos, agreden impunemente a sus conciudadanos por el simple hecho de no comulgar con un credo determinado. Sí, ya lo sé. Me dirán que todo ello no es actual, que acontecía en un momento histórico preñado de violencia política con vientos de guerra llamando a las puertas de Europa. Me apuntarán incluso, que vivimos en un país civilizado en el que es poco probable que una turba de fanáticos atente contra la integridad y seguridad de personas y de bienes. Reflexionen, por favor. ¿Están ustedes convencidos de que en la actualidad esto es así? 
 Repasemos el tema: A lo largo de las últimas semanas se han producido más de medio centenar de ataques a sedes de partidos y múltiples escraches a diputados, concejales y militantes de base del PSC. Muchas de estas personas han podido comprobar, en propia piel, lo que es capaz de destilar el fanatismo. Pero no acaba ahí el asunto. Los CDR -o los chicos de Arran, como prefieran- han acosado y amenazado al juez LLarena en la Cerdaña al tiempo que la esposa del magistrado era hostigada en su morada habitual. ¿Más? Jafre, localidad de Girona donde Albert Boadella tiene su segunda residencia, ha devenido un muestrario de pintadas insultantes y agresiones contra el dramaturgo presidente de la plataforma satírica Tabarnia. Dejaré para otra ocasión la relación de insultos y percances que padecen diariamente Inés Arrimadas y sus compañeros de Ciudadanos. Algo parecido ocurre con Xavier Albiol y sus colegas de partido, con las cristaleras de Crónica Global o con los insultos que recibe Xavier Rius vía redes sociales… 

La turba de fanáticos de la que les hablo ensucia la democracia, fractura la sociedad, amenaza al personal e impide la convivencia entre ciudadanos de distinto parecer. Estos energúmenos creen que cortando carreteras y ferrocarriles su causa se fortalece sin apreciar que, este tipo de acciones, genera rechazo y engendra violencia en sentido contrario. Ahora se disfrazan de Robin Hood levantado barreras de peajes para hacerse perdonar otros desmanes. Sí amigos, intentaron vendernos una revolución de las sonrisas sin avisar que en el pack se incubaba el huevo de la serpiente. Algunos, ingenuamente, argumentan que nuestro pueblo no es proclive a desbocarse o a dejarse llevar por extremismos varios. Yerran, en casi todos los colectivos humanos habita algún idólatra de la violencia ejerciendo de guerrero despiadado bajo los efectos perniciosos de ideologías extremas. Cataluña no es una excepción. Aquí hay turbas rojas, negras y de camisa parda…
 Hace pocas semanas un reportaje, en este mismo periódico, nos narraba y fotografiaba un acto en Sant Just Devern del Moviment Identitari Catala (MIC) con la asistencia de personas vestidas con prendas militares y una puesta en escena preocupante. Les ahorro a ustedes la transcripción de las consignas, los gritos de rigor y la parafernalia xenófoba y militarista que gastaban estos individuos… Los escamots de Daniel Cardona generaron en su época violencia. La muerte de los hermanos Badia fue un ajuste de cuentas protagonizado por gentes de la FAI que no perdonaron la persecución a la que fueron sometidos por los radicales de Estat Català, etc. etc. La violencia, sea física o verbal, genera nueva violencia… No nos pongamos excesivamente dramáticos, pero la acción de las turbas fanatizadas genera anticuerpos de naturaleza violenta. La historia nos cuenta que, hasta el día de hoy, así ha sido. Resulta del todo incomprensible la ceguera de parlamentarios catalanes que fueron incapaces de votar una resolución condenando la violencia. Triste y preocupante.