El blog d'en Joan Ferran

21.12.15

LOS DE 500 MIL VOTOS ...MÁS O MENOS





Cómo gestionar medio millón de votos


 Digámoslo claro: las elecciones en Cataluña las ha ganado una variante sui generis de Frente Popular con una guinda llamada Ada Colau. Y lo ha hecho pasando el rastrillo a diestro y siniestro, recolectando votos socialistas y votos del cabreo, el desespero y la desafección ciudadana. Los ganadores se lo han montado bien y con alegría. ‘Catalunya Sí que es Pot’ ha sabido insuflar aires de cambio y mucha marcha a la contienda. Ya veremos cómo toman cuerpo en el día a día, en la política real, todos esos proyectos e ideas. Pero eso es harina de otro costal. 

 Tras esa amalgama de Frente Popular de moda ha llegado el pelotón. El grupo de los ‘quinientos mil’ mandatos. Sí, cuatro partidos que, diez mil arriba o diez mil abajo, atesoran alrededor de medio millón de papeletas cada uno de ellos. En este pelotón nadie se considera derrotado. ¡Faltaría más! Unos respiran airosos porque esperaban menos; otros porque dicen haber triplicado diputados aunque les inquieta la pérdida de votos absolutos del independentismo. Hay quienes se consuelan alegando que son novatos en esta pugna electoral… En el pelotón de los ‘quinientos mil’ hallamos de todo. Están los derrotados, los muy derrotados y los que han salvado los muebles de Ikea. Quien no se consuela es porque no quiere. Tras su estela, a cierta distancia, están las gaviotas camino del Mar de la Irrelevancia y también la sima que se ha tragado al mandarín del Palace madrileño… 

 Digámoslo de nuevo claro también: tras tanto voto de ida y vuelta, tras tanto pinchazo inesperado, lo cierto es que el soberanismo –a lo Junts pel Sí- debería estar preocupado. Se le han esfumado diecisiete puntos y otros ‘quinientos mil’ votos. Democràcia y Llibertat nace con anemia y ERC desconfía ya del amago dialogante que lanzó la otra noche Artur Mas. La gestión de los votos ha comenzado, las cábalas también.

9.12.15

SANCHEZ E IGLESIAS









IGLESIAS Y LOS SOCIALISTAS



 Un frio mes de noviembre de 1927 el diario soviético ‘Pravda’ publicaba un extenso artículo de Stalin con motivo del X aniversario de la Gloriosa Revolución de Octubre. Tras glosar ampliamente esa efeméride, y anunciar que un mundo nuevo se abría ante la humanidad, el dirigente comunista arremetió contra la socialdemocracia aseverando sin sutilezas: 
“No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata en el movimiento obrero”. 
No contento con ello Stalin aun fue más allá atacando a personalidades como León Blum, Max Adler, Otto Bauer y unos cuantos líderes socialistas más. Afirmo: 
“los políticos socialdemócratas son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes de la clase capitalista”. 
Poco tiempo después alguien acuño el concepto ‘socialfascista’. Sí, para quienes no la tengan presente sepan, que esa palabreja fue usada por la Internacional Comunista a lo largo de los años treinta del pasado siglo, para etiquetar a los ‘traidores’ socialdemócratas y a los marxistas heterodoxos. 

Han pasado casi noventa años del artículo de Stalin pero, salvando las distancias, hay tics, situaciones, elementos y aspectos que recuerdan aquellos tiempos pretéritos. Hay quien sigue pensando, desde el ámbito de las izquierdas, que el socialismo democrático es un enemigo a liquidar, una competencia a abatir. Y lo es, sobre todo, cuando muestra una faz posibilista y un talante pragmático sin demagogia ni estridencias. El neoleninismo de facultad tira de eufemismos; ya no nos habla de lucha de clases sino de los de arriba y los de abajo, de lo nuevo y lo viejo, de generaciones… Pero ¡Oh paradoja! Ahora que nadie juega ni a la griega ni a la venezolana, lo viejo es precisamente el infantilismo de izquierdas, el verbalismo (aunque sea televisivo) y la erosión a los ‘sociatas’ por un puñado de votos. Si la táctica de los neocomunistas prospera hay Rajoy para rato… O Soraya.

6.12.15

LAS REGLAS DEL JUEGO







CINE ÚTIL PARA POLITICOS 



Permítanme que les recomiende el último film de Steven Spielberg protagonizado por Tom Hanks y en el que han participado los hermanos Coen. La película, ambientada en los años de la Guerra Fría, narra con gran maestría las vicisitudes de un abogado norteamericano intentado pactar un intercambio de prisioneros entre los dos bloques antagónicos. No les voy a contar a ustedes la trama. No. Aprovechen el día del espectador y vayan al cine, vale la pena. La razón de estas líneas no es esbozar una crítica cinematográfica si no subrayar la firmeza moral, las profundas convicciones democráticas y el sentido de estado del que hace gala el protagonista. 

 Vivimos tiempos de cambios, de movimientos emergentes y nuevos paradigmas. Se habla de los de arriba y los de abajo, de los nuevo y lo viejo sin interiorizar que los viejo alguna vez fue nuevo y lo nuevo empezó ya a envejecer. Vivimos tiempos de trashumancia política, de conversiones exprés, de transfuguismo y de postureo. Es tan grande el guirigay que conservadores de toda la vida mutan a anticapitalistas atreviéndose a pedir al ciudadano que desobedezca las leyes, mientras revolucionarios irredentos intentan salvar el pellejo a recortadores compulsivos…. 

Pues bien, y volviendo al Puente de los Espías. Un agente de la CIA pretende que el abogado en cuestión se muestre negligente y despreocupado en la defensa del espía soviético. El letrado tiene criterio, no cede y defiende su profesionalidad. Le recuerda al funcionario de inteligencia cuales son los valores, los principios y los derechos de las personas que consagra, incluso para los enemigos del país, la Constitución Americana. El diálogo entre ambos reza, más o menos, así:
 “Yo soy de origen irlandés y usted de origen alemán pero somos americanos porque ambos respetamos las reglas” (la constitución). 
 ¡Qué gran frase! La considero idónea para más de uno de esos personajes que medran en la política catalana y española. Vayan al cine, por favor.

PARA RATAS QUE ABANDONAN BARCOS....BRASSENS!!