El blog d'en Joan Ferran

3.8.14

PUJOL...POR EL HUMO SE SABE DONDE ESTA EL FUEGO









LA HERENCIA DEL SILENCIO




Prepárense. Se va a hablar y escribir hasta la náusea acerca de la confesión de Jordi Pujol y las razones que la han motivado. Sociólogos, politólogos, periodistas, apologetas y detractores nos darán la versión que más les convenga, no lo duden. Saldrán a la luz situaciones y anécdotas suficientes como para poder elaborar el apéndice no oficial (of course) de los volúmenes de memorias del ex presidente. Ayer, sin ir más lejos, un viejo y docto amigo se ofreció a contarme una ‘piratada’ pujoliana que aconteció cuando éste se relacionó laboralmente con El Correo Catalán. Otro conocido se esforzaba en explicar que él, hace más de veinte años, ya había advertido al orbe circundante acerca de las triquiñuelas del líder nacionalista en el cosmos de la banca y los negocios… Ya saben, ‘a posteriori’ todo el mundo puede alardear de profeta sin temor a errar.
  Dicen que hay mucha gente del ámbito político nacionalista decepcionada, que no duda en hacer declaraciones críticas en los medios de comunicación desmarcándose del antiguo jefe. Cuentan que en algunos círculos familiares y próximos a CiU anida la irritación y la rabia contra el veterano líder por no haber regularizado la herencia de marras evitando, así, la actual situación. Ustedes me perdonaran pero a esta altura del serial esa manifestación de malestar y despecho, de los hasta ayer aduladores, no me parece sincera. Me resisto a creer en la autenticidad de un enojo que se muestra a todas luces reduccionista, parcial, acotado al tema de una herencia paterna, obviando lo importante, lo que ya es evidencia, a saber: que a lo largo de casi tres décadas el trato de favor, el tanto por ciento y el enriquecimiento particular ha cohabitado con unos cuantos gobiernos convergentes. Una quinta parte de los 58 consellers que tuvo Pujol han sido imputados por motivos diversos; algunas de sus amistades están o han estado en prisión. ¿Hace falta mentar a los Millet, De la Rosa, Pascual Estivill...?
  La confesión de Jordi Pujol es sin duda un hecho relevante, pleno de consecuencias, tanto en el terreno político como en el personal para el ex presidente. Cierto, pero a mi modesto entender el pecado más grave de Pujol ha sido su laissez–faire, la tolerancia, la vista gorda que ha practicado durante tantos años bajo el amparo de la senyera y los sentimientos patrios. ¿O es que acaso vivía en una campana de cristal opaco que le impedía ver el exagerado enriquecimiento de su prole y las piruetas económicas de algunos correligionarios, allegados y amigos? Hoy salen a la luz pública multitud de negocios extraños y transacciones de difícil comprensión para el ciudadano, mientras quedan por dilucidar casos tan alambicados como los del Palau, Adigsa o las ITV… Algunos plumillas y analistas se atreven ya a denunciar –antes no- que algo feo hilvanó la política catalana durante tres décadas, que el asunto de la herencia no pasa de ser una maniobra de distracción para ganar tiempo y proteger a la camada. Tal vez sí. Bueno será conocer la verdad y sus circunstancias. Bueno será también, para muchos, interiorizar y reconocer que han –o hemos- vegetado intelectualmente y partidariamente en el ombligo de la espiral del silencio sin atrevernos a levantar la voz por miedo a ser expulsados del oasis, de lo políticamente correcto. Quizás vaya siendo hora de rehabilitar a todos aquellos que fueron tildados como ‘malos catalanes’ por advertir que bajo la toga del patriarca, y con su aquiescencia, algo olía mal.
JOAN FERRAN...Publicado en 'El Periodico' 3 Agosto 2014