El blog d'en Joan Ferran

1.8.14

LA VISION DEL MOMENTO DE J.A.PEREZ TAPIAS








SÁNCHEZ Y LAS SIRENAS


En una mañana de verano, como en la Ítaca de Kavafis, Sánchez emprendió la odisea hacia su destino. Todo el PSOE iba con él, embarcado en difícil travesía, teniendo a babor la Escila de un neoliberalismo agresivo y a estribor esa Caribdis a la que, al grito de "podemos", saltó huidiza parte de su tripulación. Al igual que Ulises, Sánchez recabó de los suyos fervorosa adhesión, no sin ardides varios, como astuto émulo del héroe homérico. Tras larga campaña ganando adeptos, retomando discursos que señalaban a Ítaca por derroteros orientados a la izquierda, todo pareció concitarse para que surtiera efecto su arenga al gentío dispuesto a acompañarle. Enarbolando bandera roja y hasta cantando himno convocante a la lucha contra el imperio, sus seguidores le aclamaron al oír de sus labios proclamas contra el poder del dinero, la impunidad de los corruptos, la casta sacerdotal..., contra todo lo que trabara la convivencia en la Ítaca soñada.Pero humanos y dioses no dejaron de mirarse preocupados cuando al iniciar su travesía, Sánchez -Pedro para sus fieles- hizo su primer escarceo ante esa especie de Polifemo con palacio en Moncloa. Extraña visita, para concluir que a los catalanes no hay que permitirles consulta alguna, como si la democracia les estuviera vetada. Los augures del lugar no tardaron en loar al capitán de la nave socialista, anticipando que poco a poco se dejaría de cosas siniestras para situarse en el centro, ese no-lugar que los mitos ensalzan. No obstante, también se lanzaron mensajes al Ulises socialista para que no se dejara encandilar por heraldos del fantasmagórico centro. No existe; y si existió, se ha disipado, como tanto sólido que se desvaneció en el aire. ¿Cómo va a existir si la crisis destruyó su base social y sólo dejó restos de clase media fuertemente precarizados? El nuevo líder, como Ulises, debía atarse al mástil del barco y no dejarse arrastrar por los cantos de sirenas sobre el centro político. A lo largo y ancho del profundo mar se sabe que todo viaje al inexistente centro acaba en la derecha. Por ahí no se llega a Ítaca. Si Sánchez se dejara seducir por las sirenas, una rediviva Penélope seguiría destejiendo lo tejido. La confianza del pasaje no retornará si la hoja de ruta apunta a ese centro volátil donde las pretensiones de justicia se esfuman ante poderes económicos que no están para heroicidades, porque sólo admiten claudicaciones.
José Antonio Pérez Tapias
(Publicado en el diario Granada Hoy )