El blog d'en Joan Ferran

29.6.14

SOBRE LA SOBERANIA, LA MONARQUÍA Y LA REPÚBLICA.....

   




ES LA SOBERANÍA, ESTÚPIDOS

 Ferran Gallego invita a pensar




¿Monarquía? ¿República? ¡Soberanía! Y que cada cual entienda, en estos momentos en que la palabra se desenvuelve con particular prestancia en nuestro lamentable entorno político y cultural, lo que significa defender la soberanía.
Los espeluznantes nacionalistas que han conseguido bloquear el debate indispensable sobre la crisis, han destruido –entre tantas otras cosas- considerar lo que la izquierda siempre supo levantar, como lo demuestran las reflexiones de Jaurés. La República es soberanía, es tolerancia, es afirmar la posibilidad de convivir, en una organización autónoma de la sociedad que encuentra en el Estado el espacio de representación y de garantía última de los derechos. La soberanía es uno de los temas que la crisis ha puesto de manifiesto como verdadera enfermedad de nuestra Europa. La crisis de la primera globalización, el imperialismo, estalló en 1914 generando una hipertrofia soberanista que arrió las banderas de la sensatez nacional, para desembocar en el nacionalismo. La crisis de la segunda globalización, la que se inició con la ruptura del consenso antifascista de 1945, en los años 80-90, ha supuesto la reclamación por las clases trabajadoras de una verdadera fluidez de la cultura republicana. ¿Por qué? Porque de lo que se ha tomado conciencia es de la pérdida de la soberanía de la sociedad y, por tanto, de la fragilidad de un Estado que es punto de encuentro de oligarquías nacionales –y nacionalistas-. El republicanismo no defiende la sociedad a solas, sino la primacía de la sociedad y, por tanto, su congruencia con el Estado democrático. No es un mero movimiento social, sino una propuesta de funcionamiento de las instituciones y de su coherencia orgánica con la sociedad. Los republicanos federales defendemos algo distinto al nacionalismo desde siempre, desde aquellos años de entreguerras en que muchos pensaron, con mejor o peor intención, que el nacionalismo era la respuesta, en Europa, a la pérdida de capacidad de maniobra del Estado y, por tanto, al desguace de la idea misma de una democracia representativa. Aquel nacionalismo puso en crisis al liberalismo y al socialismo en cualquiera de sus vertientes. Incluso en la vertiente federal, que partía de la realidad plural de la sociedad, del reconocimiento de antagonismos, de la asunción de un pacto permanente de un sujeto soberano que no tiene que ser homogéneo, sino reconocer sus conflictos internos sin reservas. El republicanismo no plantea la creación de nuevos Estados, sino la soberanía de los ciudadanos en su vida social. Defiende la agrupación de intereses en conflicto aceptando el consenso de unas instituciones acordadas. El federalismo no es el unitarismo, sino la forma de esquivar la tentación que el nacionalismo pone a la afirmación del hecho nacional.
   Hace cuarenta años, un dirigente comunista fallecido hace treinta, Enrico Berlinguer, firmó una serie de artículos en “Rinascità”, en los que analizaba la pavorosa derrota de las clases populares chilenas en septiembre de 1973. Entre otras muchas cosas, el lúcido secretario general del PCI señaló que la función de un partido que aspirara a representar a los trabajadores, arraigado en la nación y defensor de la independencia y de la paz, había de evitar una división vertical del pueblo. Se le reprochó, como recordamos los mayores del lugar, que parecía olvidarse de la lucha de clases. Todo lo contrario: se limitaba a recordar que los socialistas y los comunistas italianos habían combatido por la causa de la democracia, frente al fascismo, tratando de preservar la unidad nacional. Y lo habían hecho frente a quienes intentaron dividir a los italianos a través de afirmaciones de principio que permitieran expulsar de la nación a quienes no se consideraran nacionalistas. Esta expulsión puede producirse de muchas formas: a través de la violencia fascista y del discurso explícito de un Estado totalitario, que identifica a la nación con un campo homogéneo del que el Estado es voluntad monolítica objetiva, expresión fenomenológica que custodia el lugar de la nación eterna en el punto concreto de la Historia. Pero puede hacerse, también, consagrando un discurso metódico, incansable, penetrante, masivo, que convierte en normalidad el hecho de que no ser nacionalista es disponer de un sentido nacional defectuoso. Y que no ser independentista es la pura y simple consecuencia de no haber entendido el concepto democrático de la soberanía nacional. Deberíamos aprender de las palabras de aquel sabio líder comunista, para negarnos a caer en la trampa, sí, pero también para denunciarla con la máxima energía, porque afecta al sentido último de la democracia, porque es excluyente, porque es…antirrepublicana. Catalunya no puede ser dividida verticalmente, con el trazado de una línea de discriminación que marca el nacionalismo. Trabajadores, empresarios, derechas e izquierdas, reaccionarios y progresistas, a un lado. Y trabajadores, empresarios, derechas, izquierdas, reaccionarios y progresistas, al otro lado. Dos columnas de situaciones antagónicas, dos espacios marcados por antagonismos de clase, por conceptos distintos de la existencia, por ideas dispares de lo que es la sociedad, reuniéndose en dos ámbitos de encuentro, y creando un antagonismo exclusivo y excluyente. El que separa, verticalmente, a quienes están o no están por la interpretación que el nacionalismo hace de la independencia, de la soberanía, de la República. Nuestra afirmación de la soberanía lucha contra la pérdida de una identidad fundamental, pérdida que puede ser irrevocable. La globalización, en su fase más exasperada, no solo ha provocado pérdida de derechos sociales, sino que ha arrebatado, quizás definitivamente, los espacios políticos en los que las clases trabajadoras y sus partidos tenían capacidad de desarrollar una estrategia. Ha hecho que se perdiera el espacio de soberanía, en el que los trabajadores podían hincar sus pies en el suelo, agarrarse a las tramas sociales construidas durante decenios de experiencia de lucha, agrupar y formalizar su conciencia de clase en una cultura que les proporcionara distinción, seguridad en sí mismos, autoestima y esperanza. Que les proporcionara, claro está, capacidad de detección de sus adversarios y conocimiento para averiguar hasta qué punto la batalla por los derechos sociales no se había dado por zanjada por quienes la perdieron con la derrota del fascismo. Nuestra afirmación de la soberanía se basa en el inmenso riesgo de que la desposesión sufrida en estos últimos años, cuando se ha hecho evidente la agresividad del cambio de paradigma del capitalismo, llegue a neutralizar una toma de conciencia, o una simple canalización de la protesta política, o un primer esfuerzo de resistencia, sencillamente porque perdemos de vista un concepto esencial que la globalización se ha empeñado en destruir: el de la República, el de la soberanía, el de la federación de ciudadanos libres, el del Estado representativo. Porque a lo que asistimos es a la pérdida de la visibilidad del conflicto que sigue explicando nuestras penalidades, sustituido por un falso antagonismo. A la reclamación de una soberanía popular, que nos devuelva la capacidad de liderar la resistencia contra la expropiación de derechos de los de abajo, se responde con la construcción de una utopía nacionalista, en la que la coincidencia en la defensa de una comunidad de intereses comunes es siempre más importante que los factores cruciales que nos diferencian. El nacionalismo se construye a costa de la democracia porque limita, en su división vertical de la sociedad, la influencia que los sectores populares puedan tener en cada uno de los bloques en conflicto. Porque divide a los trabajadores, enfrentándolos en un tema –el de la democracia, el de la soberanía- que deberían compartir entre ellos, pero sin cohabitar con sus explotadores el recinto de una reivindicación sentimental y simbólica. La tradición de la izquierda fue agrupar al conjunto de las fuerzas populares de la nación contra quienes los expoliaban. Los grandes partidos obreros europeos, en su lucha y su triunfo sobre el fascismo, se convirtieron en representantes del conjunto de la nación, y obligaron a las fuerzas reaccionarias a aceptar la democracia. En Italia, en efecto, en esa Italia que tan bien definió Berlinguer al reflexionar sobre el riesgo de una división vertical que evitara la formación de mayorías como las de la época del antifascismo, eso se concretó, de entrada, en un referendum que el 2 de junio de 1946 expresó la voluntad mayoritaria de los italianos en favor de la República. El cuarenta por ciento que votó por la monarquía tuvo que aceptar unas instituciones y una idea de la soberanía nacional que había quedado, para siempre, en manos de la interpretación ofrecida por el antifascismo a la crisis europea del periodo de entreguerras. La crisis de esa cultura antifascista, no por casualidad, ha sido un dato previo a la completa desorientación con que la izquierda se ha enfrentado a la crisis que ahora experimentamos. Para empezar a reflexionar sobre ella desde la izquierda, empecemos por denunciar el punto que, lejos de ser la manifestación de un ejercicio de calidad democrática, amenaza con destruir la posibilidad de restablecer la soberanía de las clases populares y de empezar a trabajar por revertir el proceso de expropiación de libertad individual y colectiva que se ha vivido en estos años. Esta denuncia ha de dirigirse, sin complejos, sin obcecación, sin intolerancia y con respeto, a un nacionalismo que no es recuperación de la soberanía popular, sino acta de defunción de un escenario en el que la izquierda nunca aceptó que los trabajadores pudieran enfrentarse a otros trabajadores; que nunca aceptó que una expresión política de la izquierda se enfrentara contra otra expresión política de la izquierda; un escenario en el que la democracia, la república, la soberanía, se comprendieron no solo como libre asociación de ciudadanos para constituirse en comunidad, sino también como espacio en el que los trabajadores fueran conscientes de aquello que les separaba, irremediable y radicalmente, de sus adversarios de clase. Hace cincuenta años, obreros y empresarios. Hoy, integrados y excluidos en una sociedad precaria, que ha roto buena parte de los vínculos de protección y solidaridad existentes, y pretende avanzar en su tarea destructiva. Nuestra soberanía es la defensa de esa sociedad en peligro de extinción. Porque, si avanzamos por otro camino, si creemos que el conflicto se encuentra en otra parte, solo asistiremos a la neutralización de nuestros esfuerzos, y a la creación de un nuevo Estado en el que se reproducirá la ausencia de soberanía, la falsa independencia, la falta de congruencia entre instituciones y sociedad, la quiebra de la representación política. Aunque se llame República Catalana, y haya sido traída por el milagroso acuerdo de explotados y explotadores en el objetivo común de construir un régimen no representativo; por la pecaminosa exclusión de aquellos trabajadores a los que se habrá excluido del proceso por no comulgar con las verdades artificiosas y las mentiras completas del nacionalismo.
 
Ferran Gallego

27.6.14

LA REPUBLICA SEGUN JEAN JAURÈS....



JEAN JAURÈS Y LA REPÚBLICA


Jean Jaurès cayó asesinado la noche del 31 de julio de 1914. Un par de balas bastaron para segar la vida de aquel dirigente socialista obsesionado por la paz. El café 'Le Croissant'de Montmartre sirvió de escenario para el crimen. Su asesino Raoul Villain, un nacionalista radical, apretó el gatillo desde el otro lado de la ventana del local. Moría así uno de los prohombres del socialismo francés y comenzaba, al mismo tiempo, la llamada Gran Guerra. Villain fue absuelto por un tribunal pupular del asesinato perpetrado... 17 años más tarde encontraría la muerte en Ibiza en plena guerra civil española. Murió fusilado bajo la sospecha de actuar como espía franquista. Cosas de la Historia.
Han transcurrido cien años del inicio de la Primera Guerra mundial. Se ha escrito mucho acerca de ella y del pacifismo militante de Jaurès pero poco de su pensamiento republicano. Dado que en estos tiempos que corren la propaganda monárquica no cesa de aflorar me ha parecido interesante reproducir un fragmento del discurso que, Jean Jaurès, pronunció durante una conferencia celebrada en la ciudad de Albi. Ahí va:
 
"Qu’est-ce donc que la République ? C’est un grand acte de confiance. Instituer la République, c’est proclamer que des millions d’hommes sauront tracer eux-mêmes la règle commune de leur action ; qu’ils sauront concilier la liberté et la loi, le mouvement et l’ordre ; qu’ils sauront se combattre sans se déchirer ; que leurs divisions n’iront pas jusqu’à une fureur chronique de guerre civile, et qu’ils ne chercheront jamais dans une dictature même passagère une trêve funeste et un lâche repos. Instituer la République, c’est proclamer que les citoyens des grandes nations modernes, obligés de suffire par un travail constant aux nécessités de la vie privée et domestique, auront cependant assez de temps et de liberté d’esprit pour s’occuper de la chose commune. Et si cette République surgit dans un monde monarchique encore, c’est assurer qu’elle s’adaptera aux conditions compliquées de la vie internationale sans rien entreprendre sur l’évolution plus lente des peuples, mais sans rien abandonner de sa fierté juste et sans atténuer l’éclat de son principe. Oui, la République est un grand acte de confiance et un grand acte d’audace

26.6.14

OBIANG Y RAJOY, RAJOY Y OBIANG







NO TODO VALE...




Sostiene Mariano Rajoy, en un artículo publicado en el diario El País, la necesidad de que la Unión Europea y África en su conjunto mejoren  relaciones económicas y políticas.Ninguna objeción al respecto. Pero no deja de ser chocante que, tras afirmar a renglón seguido:"En la nueva Africa los dictadores estan en vías de extinción" el presidente español haya aceptado mantener un encuentro con el sátrapa Teodoro Obiang. El fin no justifica los medios ni en política cuando están en juego los derechos humanos. Legitimar  el régimen de Obiang - el español único presidente europeo en Malabo- a cambio de cuatro barriles de petróleo y de su apoyo para que España obtenga una poltrona en la permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no es de recibo. Esta actitud del mandatario español es una ofensa y un varapalo para los demócratas que luchan contra la dictadura guineana. Mariano Rajoy sabe que Obiang asesina, encarcela, compra opositores y no respeta las libertades democráticas. El país vive bajo un régimen absolutamente corrupto.El viaje del presidente español no tiene justificacion alguna y va a ser utilizado por el dictador para alardear de 'normalidad' y reconocimiento internacional. Flaco servicio pues, a las libertades. Rajoy tendrá el 'honor' de ser el primer presidente español, tras 23 años, en visitar Guinea. No todo vale en politica...

22.6.14

PÉREZ TAPIAS....LA DIFERENCIA







TPT (TERAPIA PÉREZ TAPIAS)


Sigo con suma atención el proceso electoral que ha de culminar con la elección de un nuevo Secretario General del PSOE. Lo sigo más allá del reduccionismo informativo que practican algunos medios de comunicación.  Intento completar la información -que algunos quieren restringida “a cosa de dos”- huyendo de la política como espectáculo y sin contenidos. Son cuatro los candidatos, son cuatro las voces y los proyectos y no sólo un par de barítonos en concurso por mucho que algunos se empeñen en ello.
No voy a caer en la tentación de confeccionar un cuadro comparativo entre las diferentes propuestas ni señalar con el dedo quienes son sus respectivos valedores. No hace falta. Todos y cada uno de nosotros sabe que opina cada cual y dónde anida la diferencia. Tampoco voy a repetir los argumentos de mi último artículo consistentes en afirmar que Pérez Tapias es el candidato en liza con mayor trayectoria civil. Es decir, aquél que puede mostrarnos una hoja de servicios intelectual, profesional y política –sin menospreciar a nadie- más variada y completa. No voy a intentar tampoco indagar cómo se ha convocado esta partida de ajedrez, quien es la  dama, ni quién mueve cada uno de sus peones…
Pues bien, todos los aspirantes al cargo nos han expuesto ya su diagnóstico sobre el momento político que vive el país, las carencias PSOE y los retos de futuro que se le plantean.  Pero el elemento que les diferencia radica en la terapia que nos proponen aplicar. A mi entender algunos de nuestros aspirantes a Secretario General pecan de cortoplacismo, de recetas inmediatas de efecto escaso, coyunturales, de parco recorrido novedoso. Hoy, por ejemplo, la limitación de mandatos, la integración, la no acumulación de cargos, la lucha contra la corrupción y un federalismo difuso, etcétera, ya forman parte del vademécum de todos los aspirantes.
 Pocas novedades al respecto. Parece como si los obstáculos a salvar estuvieran concentrados en intentar salir airoso y victorioso del Congreso que va a celebrar el PSOE en julio y poca cosa más. Es en este sentido que creo que Pérez Tapias marca la diferencia. Tras su análisis y diagnóstico acerca de la situación nos propone un doble nivel de compromiso en el camino de la reconstrucción del proyecto socialista. Uno de inmediato: su opción a la Secretaría General la aborda armado con un discurso de recuperación profunda de unas señas de identidad socialistas que van desde el republicanismo laico y federal hasta la revitalización y modernización de PSOE;  desde propuestas de profundas actuaciones en lo político y social hasta una redefinición del funcionamiento de los partidos… El otro compromiso es a medio y largo plazo, estratégico, consistente en interiorizar que no hay un antídoto curalotodo contra el desencanto y la falta de credibilidad de los políticos sino se recupera la confianza ciudadana. Para este cometido estratégico Pérez Tapias reclama la participación de todo el mundo. Una participación colectiva convencido de que la recuperación no es tarea tan sólo de liderazgos individuales, sino que tiene mucho de proyecto colectivo y de robustecimiento ideológico.
La TPT, la Terapia Pérez Tapias, no es un placebo ni un parche, ni se basa en un alivio momentáneo o coyuntural. Tampoco pretende ser un simple bálsamo. Insisto, su propuesta va más allá de un mediático congreso de verano. Se inscribe en la larga marcha que ha de  emprender el socialismo ibérico si, además de gobernar de forma efímera, tiene la intención de transformar la sociedad.

17.6.14

Pérez Tapias, un socialista con trayectoria ‘civil’






OTRO PSOE ES POSIBLE
 
 
Optar entre compañeros no es fácil, tampoco es baladí el tema que nos ocupa. La Secretaría General de un partido, que ostenta en España la representación de la socialdemocracia, no es una anécdota circunstancial. No. Intentar liderar el PSOE conlleva una responsabilidad política que va más allá de lo orgánico partidario, una responsabilidad social que entronca con el interés general del país.
Valoro positivamente la disponibilidad y brío de todos los candidatos. Participar en un proceso de primarias demuestra una disponibilidad y un arrojo digno de encomio. Enhorabuena a los candidatos y al buen estilo que, al menos de momento, preside la competición.
Pero dicho esto y más allá de los buenos propósitos, hay que optar. Algunos me dirán que lo fundamental, a partir de ahora, es contrastar el programa y las ideas que puedan asumir cada uno de ellos para luego obrar consecuentemente. Seguro que sí, que ese es uno de los aspectos importantes en la tarea de selección en la que nos hallamos sumergidos. Otros ponderarán las cualidades mediático-comunicativas de los postulantes y su facilidad de conexión con determinados sectores generadores de opinión. Incluso algunos indecisos podrían decantarse, quizás, en función de algún que otro posicionamiento puntual respecto a temas controvertidos como el catalán o el de la Jefatura del Estado… Todo ello es posible, correcto y combinable sin problema alguno.
No obstante, me gustaría contribuir a este proceso colectivo de reflexión y decisión que son las primarias, con la introducción de un nuevo parámetro: el de la trayectoria ‘civil’ de los aspirantes. Entiendo como tal el conjunto de valores y experiencias que han acompañado a cada uno de los candidatos a lo largo de su vida. Por muy respetable que sea –que lo es- no atesora el mismo bagaje político cultural un funcionario orgánico, que ha trabajo a sueldo del partido toda la vida, que otro curtido en el mundo de la empresa, la docencia o la fábrica. Soy de los que piensan que la sensibilidad social y la comprensión del lenguaje ciudadano se adquiere en la calle, en la universidad y en los movimientos sociales. Trabajar a sueldo de otros es una experiencia que forja. Compartir luchas y reivindicaciones, saber lo que es la dureza del mercado laboral conforma el carácter y el pensamiento... En los cenáculos políticos, partidarios o administrativos muchas veces se adquieren buenas tácticas, no lo discuto, pero en ocasiones también algunos vicios, entre ellos –quizás el más grave- el de la desconexión con la ciudadanía.
Con sumo respeto he cotejado la trayectoria política, profesional, intelectual y orgánica de todos los aspirantes a la Secretaria General del PSOE. Confieso que ahí hay buen material humano y muchas ganas pero también insuficiencias ante un tiempo de crisis como el que nos afecta. Necesitamos gente con recorrido, criterio, capacidad de reflexión y, sobretodo, con una cierta dosis de solidez ideológica.
En José Antonio Pérez Tapias he hallado solvencia intelectual y discurso elaborado con anterioridad al evento que nos ocupa. En él encuentro trayectoria, rastro escrito en libros y actitudes coherentes en las que puedes adivinar su pensamiento. Era federalista antes de Granada y con mirada a la izquierda antes de la eclosión del 15M. Su trayectoria ‘civil’ combina pensamiento, docencia universitaria y compromiso sin que le sea necesario un ‘aggiornamento’ de última hora para arrancar un puñado de votos.
Votaré la candidatura de Pérez Tapias por lo que dice, claro que si; pero votaré con entusiasmo por que no es un producto de moda ni de última hora. Este candidato no es una especie de invernadero político sino la resultante de una trayectoria civil y publica.

16.6.14

MIQUEL ICETA ÉS SOLVENT, CAPAÇ I SAP EL QUE CONVÉ




L'HORA 'I',  L'HORA ICETA




A alguns els agradaria veure al PSC mort, fora de combat, expulsat de la vida pública catalana. No ho aconseguiran. És cert que en el viatge al futur la família socialista passa per un moment de turbulències, i que no acaba d’encertar què fer i com fer-ho. És cert també que s’han produït durant aquests dies moviments i propostes poc encertats i, potser, un xic forçats. D’acord. I què? Tot moviment polític i partit passa els seus moments de dubtes i desencerts davant dels reptes quotidians. Qui estigui net de contratemps que tiri la primera pedra. Alguns d’aquests que desitgen la mort immediata del PSC ho escriuen en grans titulars i ens diuen què hem de fer per ser políticament i nacionalment correctes. Patètic. Estàvem acostumats a conviure amb els dispensadors de catalanitat però ara tot sembla indicar que haurem de fer el mateix amb els dispensadors d’idoneïtat política. Ep! Que ningú cregui que nego la llibertat d’opinió o d’expressió. Res d’això! Simplement desconfio dels consells d’aquells que no han estat mai ni voldran ser mai amics, d’aquells que magnifiquen els nostres problemes -sovint reals- però posen sordina o minimitzen el tema quan apuntem solucions. Quina credibilitat pot tenir un ‘opinador’ que fa quatre dies demonitzava Pere Navarro i ara el glosa?
El PSC se’n sortirà. Més aviat que tard sabrà trobar la fórmula per entomar els reptes que estan a tocar de dits. Aquells que desitgen la seva extinció magnificaran i donaran espai a les veus més crítiques, negant el pa i la sal a les altres. Més d’un seguirà amb la seva particular creuada consistent en titllar el socialisme català d’antiquat, sucursalista o pusil•lànime. Tot això succeirà i sabíem que succeiria. Sabem també que el calendari polític ens és advers. I que pot esdevenir emmetzinat també per a d’altres formacions polítiques.
Algú deia que el PSC ja no és el que va ser. No ho discuteixo, però avui a Catalunya res és el que era. Els nostàlgics de l’ambigüitat que tot s’ho menjava han de saber que calia, i cal, marcar posició i defensar el que ens és propi i consubstancial. Federalisme, justícia social i democràcia han estat els paràmetres polítics adoptats i assumits per la majoria del PSC. Sobre ells cal rehabilitar l’edifici i construir una nova oferta política creïble i útil, sobre tot útil. Jugar a fer un panegíric de la renovació generacional com un valor en sí mateixa crec que és un error. Els millors equips de direcció política són els multigeneracionals, els que combinen joventut i experiència i, sobre tot, fan exigència de solvència i capacitat de lideratge.
Sí, el PSC vola sobre turbulències, i què? Se’n sortirà La seva nau està construïda amb els arguments del socialisme democràtic i aquesta corrent de pensament ha donat fe, al llarg de la història, de la seva capacitat de reaccionar positivament davant l’adversitat. Formar part d’una corrent de pensament d’àmbit mundial no és qualsevol cosa, caminar federats amb el socialisme espanyol és un gran què.
Picabaralles internes, egos, pugnes pel poder i la glòria seguiran havent-hi, com hi ha a tot col•lectiu humà però, per damunt de les dificultats, mentre hi hagi un grup d’homes i dones disposats a treballar dins els paràmetres abans exposats hi haurà PSC. Que ningú pensi que minimitzo els problemes, ans al contrari, però estic segur que tenim gent i l’energia suficient per agafar de nou embranzida i treballar en benefici dels humans. El PSC està disposat a fer forat i demanar de nou la seva oportunitat.
 L’hora ‘I’ es aquí.

14.6.14

RAZONES PARA VOTAR A J.A.PÉREZ TAPIAS ....





NO ES TIEMPO PARA LAMPEDUSIANOS


Llevo muchos años formando parte de eso que muchos llaman ‘la familia socialista’. He ocupado cargos de relevancia orgánica. También he tenido el honor de ejercer como diputado en el Parlamento de Cataluña y formar parte de la máxima dirección del PSC. He compartido durante este periodo de mi vida política el proyecto y los criterios de lo que se ha considerado la ‘mayoría del partido’. He discrepado del mando en más de una ocasión y vivido episodios no exentos de tensión y mal humor. Algunos dicen que una de las características de mi paso por la vida interna de la organización ha sido el no callar por el simple hecho de que alguien lo ordenaba desde un frio despacho de la calle Nicaragua. Así han ido pasando los años entre grandes triunfos y dolorosas derrotas, entre satisfacciones y grandes cabreos. He intentado abogar siempre por el retorno al mundo conceptual que es propio de la izquierda. He criticado con saña las debilidades discursivas del socialismo catalán -confieso que con escaso éxito-ante el universo simbólico que difunde el nacionalismo.
  Pues bien, nunca como ahora he estado tan preocupado por el futuro de las izquierdas, por la supervivencia de sus valores democráticos, solidarios e igualitarios. Es cierto que en más de una ocasión algunas personas han enarbolado la idea de provocar una regeneración interna refundadora, pero siempre he sospechado de aquellos que sólo se acuerdan de santa Bárbara cuando truena. Pido excusas a los honestos -que los hay a montones- pero la experiencia me ha mostrado que muchas veces tras acciones aparentemente nobles se esconden interese grupales o mezquindades personales.
 
Apuntaba antes que ando preocupado por el futuro de la izquierda en general y del socialismo ibérico en particular. Sí, y he de decir que este desasosiego en lo político va más allá de las divergencias internas, de los resultados electorales o de la crisis de los partidos. Me preocupa el vacio de valores y de ideología que campea en determinados cenáculos de la izquierda. Y me inquieta porque observo que este vacío deviene ocupado por telepredicadores y demagogos que, amparándose en el desencanto y la desafección, fabrican fogonazos de ilusión tan efímeros como inconsistentes. Tras tanto artificio se abre el clásico desierto en el que las rapaces de la derecha encuentran sustento.
 
Vuelvo a casa, a la ‘familia socialista’. Me sorprende nuestra incapacidad de reacción, nuestra facilidad en sustituir y quemar personas sin modificar ni el contenido ni los métodos que hemos aplicado rutinariamente. Me alarma que tras la revolución de la calle y el escarmiento de las urnas, la nobleza, los barones, pretendan seguir aplicando el modelo lampedusiano. Sin un diagnóstico ajustado y una autocritica sincera y veraz caeremos una y otra vez en la trampa de lo ‘políticamente correcto’. Nuestra gente nos exige decisión, descaro y valentía. Desde la cúpula algunos pusilánimes nos venden caminos placidos aunque estos no vayan a ninguna parte. Otros, los acomodados, prefieren permanecer estáticos confiando en que la ‘resurrección’ germinará por generación espontanea. Pues no. Permitidme que emplee una frase algo gastada: Estoy fatigado del ‘más de lo mismo´. Tengo la impresión de que una parte considerable de los movimientos que se producen en el seno del socialismo español son ‘más de lo mismo’.
No he pertenecido nunca, ni ahora tampoco, a ninguna corriente de opinión organizada más allá de participar en aquel heterogéneo movimiento que en los noventa fue bautizado como el de los ‘Capitanes’. Me abstengo de hablar de sus epígonos. Dicho esto y con varias décadas de militancia política a mis espaldas – sin esperar ningún pago por servicios prestados- creo que deberíamos devolver a las cosas su verdadero nombre. Urge recuperar ideas, proyectos e ideología. Considero, por ejemplo, que nos hemos propasado difuminando el republicanismo genético del socialismo español. Percibo que nos hemos doblegado, en exceso, a las exigencias de los destructores del estado del bienestar. En aras de la responsabilidad institucional hemos aceptado pasar de puntillas ante temas socialmente importantes en más de una ocasión. No hemos despejado suficientemente las dudas de la ciudadanía generadas alrededor de los casos de corrupción. Algunos compañeros nos han vendido como accesorios temas que, para muchos, son fundamentales. Hemos abandonado la calle para adorar en demasía la mercadotecnia…
Insisto; no formo parte de ninguna corriente de opinión pero atisbo que el candidato que mejor encarna la capacidad de recuperar lo que nos es propio se llama: José Antonio Pérez Tapias. Personalmente no he confiado nunca en los golpes bruscos de volante ni en los giros coperniquianos pero si en la recuperación paulatina y constante del rumbo y del nombre de las cosas que nos son propias. ¿Federalismo? J.A Pérez Tapias sabe y ha escrito de ello. ¿Modelo de estado? Lo tiene claro. ¿Justicia social y solidaridad? Son una constante en su discurso. Basta echar un vistazo a su blog para descubrir el sentido democrático y social de su pensamiento. José Antonio no lo tiene fácil para llegar a la más alta representación del socialismo español.
Contra él se conjugan un montón de adversarios. A saber: el continuismo disfrazado, los cambios cosméticos, medios de comunicación alérgicos a la recuperación de cierta izquierda, los amantes de lo ‘políticamente correcto’ y mil cosas más. A mi modesto entender el discurso y las posiciones de Pérez Tapias son los más cercanos a lo que es un socialismo del siglo XXI con sensibilidad social y libre de hipotecas del pasado. En otras propuestas, y con respeto, detecto el triunfo de las tesis lampedusianas.
Apoyaré, por todo ello, la candidatura de J.A.Pérez Tapias.
 
¿QUIEN ES JOSÉ ANTONIO PÉREZ TAPIAS?
 
Algunos datos sobre su producción intelectual:
Es profesor de Filosofía y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, en donde se doctoró con una tesis sobre El pensamiento humanista de Erich Fromm. Crítica y utopía desde Marx y Freud.
Su docencia e investigación, así como su compromiso cívico y su militancia política, le han llevado a volcar su reflexión sobre cuestiones éticas y políticas presentes en los debates de nuestra sociedad. Entre sus obras cabe destacar
• Filosofía y crítica de la cultura (1995),
• Claves humanistas para una educación democrática (1996),
• Educación democrática y ciudadanía intercultural (2002),
• Internautas y náufragos (2003),
• El riesgo de opinar (2006),
• Del bienestar a la justicia (2007),
• Argumentos contra la antipolítica (2008
• La izquierda que se busca (2010).
• El hilo extraviado (2012)
• Invitación al federalismo: España y las razones para un Estado plurinacional (2013)
 
Además de colaborador habitual en distintos medios de comunicación, ha sido diputado socialista por Granada durante las Legislaturas VIII y IX de las Cortes Generales.

10.6.14

Y ESO SE LLAMA REPÚBLICA









Comentario, siempre lucido, de Ferran Gallego a mi ultima entrada del blog


Sólo, precisamente, cuando se ha ejercido la responsabilidad en los momentos en que la correlación de fuerzas lo exigía, se puede uno tomar no el capricho o gusto personal, sino la decisión política de defender algo. La República nada tiene que ver con lo bien o mal que te caiga el rey, como imagino que la monarquía poco tendrá que ver con la personalidad de un presidente. En Italia, con determinados individuos, habrían tenido que llamar a Humberto II en varias ocasiones. La República es un concepto de la soberanía, en momentos en que el soberanismo se confunde con el nacionalismo. La República es la respuesta moderna a la crisis del Estado liberal, porque no se define por un equilibrio lógico de instancias normativas, sino por la voluntad del pueblo, del pueblo en un momento concreto de la historia, de definir un modo de representación y de arquitectura institucional que se considera alejado del antiguo régimen. La monarquía es una contradicción en los términos con los derechos del hombre y del ciudadano. La República no es solo una institución: es una idea completa de la democracia. Es lo que jacobinos y cordeleros, montagnards y girondinos, llamaron en su tiempo el espacio donde se ejercen las virtudes cívicas.
Cospedal soltó el otro día que la democracia es el gobierno de la mayoría, haciendo que la Alemania nazi se convirtiera en democracia con un solo salivazo televisivo. La democracia no es el gobierno de la mayoría: es la preservación de derechos fundamentales, incluso cuando hay un pueblo insensato que los quiebra (¿no es verdad, señora Le Pen?). La democracia es la voluntad general, que no es la suma de la voluntad de cada uno, sino la aspiración de una sociedad a unos valores que nos hacen a todos dignos de la ciudadanía. Y eso se llama República.
Abrazos
Ferran

9.6.14

SOBRE EL SUPUESTO REPUBLICANISMO 'DECORATIVO'





REPUBLICANISMO DECORATIVO


Defiendo como forma de Estado una República Federal y me resbala que alguien me considere un republicano decorativo. Me da igual. Cuando uno lleva tantos años viviendo intensamente la política –y tragando reptiles infectos en aras del posibilismo- sabe que tarde o temprano deberá marcar una línea roja que no está dispuesto a traspasar. Mi línea roja de hoy -habrán otras- lleva el bonito nombre de República. Y me da igual si la apoya el diez o el ochenta por ciento de la ciudadanía, si el debate es considerado secundario o no por los próceres de la patria. Para mi modesta persona este tema se ha convertido, a día de hoy, en una cuestión de principios. Los elementos determinantes de mi republicanismo no son los tropiezos del Rey, sus cacerías africanas, su vida privada, los contratiempos judiciales de su familia ni las otras mil zarandajas publicadas por doquier. Mi postura es hija de un determinado ideario, del murmullo de la calle, del cabreo de los ciudadanos que se consideran ninguneados y manipulados.
He valorado positivamente, en más de una ocasión, los servicios prestados por la Corona en pro de la consolidación democrática de España pero considero, al mismo tiempo, que cuarenta años son suficientes para amortizar con generosidad la deuda contraída. Hoy, a nivel mundial, cualquier Monarquía deviene difícil de justificar desde la perspectiva de la igualdad y la lógica democrática. Reconozco que mi defensa de la República es a ojos de muchos políticamente incorrecta. Algunos amigos han dejado de retwittear mis post.. Más de un medio de comunicación, en otro tiempo proclive a difundir mis escritos, ha optado por el ‘Monarquismo’ y prefieren que hable de la abdicación de Duran. Algún compañero de batallitas políticas ha dejado de telefonear, no sea caso que le complique la existencia ante la mirada del Gran Hermano. Ya se sabe, cuando uno abandona el club de las aquiescencias absolutas suele perder el consuelo de la tribu.
No son pocos los “progres” conversos al monarquismo republicano. Sus artículos se prodigan no sólo en la prensa conservadora, sino también en aquella considerada hasta ayer como progresista o liberal. Algunos editoriales se empeñan en explicar por activa y por pasiva que el debate Monarquía-República no tiene sentido ni razón de ser. Pues bien; si así es ¿Por qué narices nos taladran constantemente con la inoportunidad del mismo y las bondades de Felipe VI?
Cada uno tiene derecho a marcar sus propias líneas rojas. Una de las mías para, el día de hoy, pasa por expresar las ventajas del sistema republicano democrático sobre el sanguíneo hereditario de la Monarquía. No me sirve esa cantinela de los que proclaman sin rubor “yo soy republicano pero apoyo a la Monarquía…” Eso sí que es republicanismo decorativo y farisaico. Sabido es que la comodidad es conservadora y sospecho que entre mullidos almohadones han instalado sus nalgas demasiados “progresistas”.

5.6.14

INTERESANTE REFLEXION DE ROBESPIERRE...








SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA MORAL POLITICA




¿Hacia qué objetivo nos dirigimos? A1 pacífico goce de la libertad y de la igualdad; al reino de la justicia eterna cuyas leyes han sido escritas, no ya sobre mármol o piedra, sino en el corazón de todos los hombres, incluso en el del esclavo que las olvida y del tirano que las niega.
Queremos un orden de cosas en el que toda pasión baja y cruel sea encadenada; en el que toda pasión bienhechora y generosa sea estimulada por las leyes; en el que la ambición sea el deseo de merecer la gloria y de servir a la patria; en el que las distinciones no nazcan más que de la propia igualdad; en el que el ciudadano sea sometido al magistrado, y el magistrado al pueblo, y el pueblo a la justicia; en el que la patria asegure el bienestar a todos los in dividuos, y en el que todo individuo goce con orgullo de la prosperidad y de la gloria de la patria; en el que todos los ánimos se engrandezcan con la continua comunión de los sentimientos republicanos, y con la exigencia de merecer la estima de un gran pueblo; en el que las artes sean el adorno de la libertad que las ennoblece, el comercio sea la fuente de la riqueza pública y no la de la opulencia monstruosa de algunas casas.
  En nuestro país queremos sustituir el egoísmo por la moral, el honor por la honradez, las costumbres por los principios, las conveniencias por los deberes, la tiranía de la moda por el dominio de la razón, el desprecio de la desgracia por el desprecio del vicio, la insolencia por el orgullo, la vanidad por la grandeza de ánimo, el amor al dinero por el amor a la gloria, la buena sociedad por las buenas gentes, la intriga por el mérito, la presunción por la inteligencia, la apariencia por la verdad, el tedio del placer voluptuoso por el encanto de la felicidad, la pequeñez de los “grandes” por la grandeza del hombre; y un pueblo “amable”, frívolo y miserable por un pueblo magnánimo, poderoso y feliz; es decir, todos los vicios y todas las ridiculeces de la Monarquía por todas las virtudes y todos los milagros de la República. En una palabra, queremos realizar los deseos de la naturaleza, cumplir los destinos de la humanidad, mantener las promesas de la filosofía y liberar a la providencia del largo reinado del crimen y de la tiranía. Que Francia, en otro tiempo ilustre en medio de países esclavos, eclipsando la gloria de todos los pueblos libres que jamás hayan existido, pueda convertirse en modelo de las naciones, en terror de los opresores, consuelo de los oprimidos, adorno del universo; y que, sellando nuestra obra con sangre, podamos ver brillar la aurora de la felicidad universal... Esta es nuestra ambición: este es nuestro objetivo. ¿Qué tipo de gobierno puede realizar estos prodigios? Solamente el gobierno democrático, o sea republicano. Estas dos palabras son sinónimos a pesar de los equívocos del lenguaje común, puesto que la aristocracia no es república, como no lo es la monarquía.
Maximilien Robespierre
Discurso el 18 Pluvioso, año II (5 febrero1794)

3.6.14

SOCIALISTAS Y REPUBLICA


                         EL TIEMPO DE LO 'POLITICAMENTE CORRECTO' YA ES HISTORIA
Hoy  la bandera tricolor vuelve a ocupar las calles y plazas de nuestro país. La abdicación del Rey ha despertado el republicanismo latente de muchos sectores de la sociedad española. No pasa nada. Es natural que ello suceda. Somos miles los ciudadanos que guardamos en la memoria el recuerdo de historias familiares y relatos de sueños perdidos. Sueños fabricados en base a esperanzas y sed de justicia. Juan Carlos ha prestado importantes servicios a España garantizando el escenario democrático con su presencia en la jefatura del estado. De acuerdo, gracias por todo; pero permítanme la osadía de plantear que queremos pasar página.

El tiempo de ‘lo políticamente correcto’ ya es historia. Va llegando la hora  de lo coherente, de lo lógico, de lo ‘simplemente correcto’. Casi dos siglos nos separan de pensadores como Pi Margall o Figueras; más de ochenta de la generación de la Segunda Republica. Suficiente tiempo de lucha democrática el transcurrido para que podamos devolver el nombre que le corresponde a cada cosa.

Se equivocan los políticos progresistas que van más allá del agradecimiento a la Corona por los servicios prestados y nos piden renovar contrato. El socialismo es esencialmente republicano. La izquierda española y catalana ha sido siempre republicana. Tácticamente miles de demócratas aceptamos, en su día, instituciones y banderas que no nos eran propias. Lo hicimos como mal menor, como peaje para un tránsito pacífico hacia una nueva era. Bien, eso ya es pasado. Se abre ante nosotros la posibilidad de ahondar en la restauración total de los principios democráticos. ¿Vamos a renunciar a ello?

El Rey ha abdicado y el piloto automático de su sustitución se ha puesto en marcha. Nada que objetar al respecto, es cuestión de ley, de Constitución. Ahora bien, los ciudadanos tenemos derecho a cuestionar ese paso, esa forma de estado, ese derecho sucesorio hereditario no votado y, por tanto,   menos democrático. Tenemos derecho a ocupar con la tricolor calles y plazas para explicar que si las monarquías, antaño, eran consideradas de origen divino; hoy, las republicas, son expresión de lo más justo y humano.

2.6.14

EL REY ABDICA......


 

 
“Hijo del pueblo el poder, ha
perdido todo lo que a los ojos de la muchedumbre tenía de sobrenatural y

místico: no puede ya ser ni irresponsable de sus acciones ni indiscutible. En
lo civil y en lo penal ha de vivir sometido a las decisiones de los tribunales;
en lo político al fallo del pueblo”

FRANCESC PI MARGALL

1.6.14





ANNUAL UN CEMENTERIO SIN TUMBAS
Luis Miguel Guerra, (aut.) Edhasa 1ªed., 1ª imp(2014)
448 páginas Idiomas: Español

Presentación
Librería +Bernat
Lunes dia 2 de junio, 19.30h
C/ Buenos Aires. nº 6, Barcelona
Presentación a cargo de
Daniel Fernández ,editor Edhasa
Joan Ferran; historiador.