El blog d'en Joan Ferran

28.1.14

JUNQUERAS NO ESCARMENTA.....







ERC ÉS UN PARTIT GOVERNAMENTAL?


Oriol Junqueras ho ha tornat a fer. Ha tornat a insinuar la possibilitat d’aturar l’economia catalana si les coses no rutllen com ell creu que han de rutllar. Crec que s’equivoca de ple. Aquest noi deu haver oblidat aquella frase omnipresent en les converses amb els infants: “Nen, amb les coses de menjar no s’hi juga”. I si no la ha oblidat, no la té present en la seva activitat política quotidiana. Diuen que Junqueras és historiador, coneix el passat; d’acord, és potser per aquesta raó que hauria de ponderar molt més les conseqüències de les iniciatives i aventures polítiques mal forjades. Conseqüències que no sols afecten i posen en evidencia els seus promotors sinó que, sovint, repercuteixen negativament en la societat que els envolta. Sobre la terra cremada esdevé molt difícil tornar a conrear. Dur les situacions al límit no garanteix l’èxit, ans al contrari, sovint trenca ponts i tanca camins de futur.
Diuen que la gent més sensata del món empresarial li va fer avinent el seu enuig davant la nova verbalització de la proposta d’aturar Catalunya. M’expliquen que ja son molts els analistes que posen cara de sorpresa davant de les paraules del senyor Junqueras. Però què hi farem, ell és així. Cadascú esdevé propietari de les seves paraules i opinions, també de les seves repercussions.
  L’advertiment-amenaça del cap de colla republicà li deu haver semblat a molta gent una mena de reencarnació del vell sindicalisme revolucionari més agosarat dels anys trenta. A altres ens sorprèn. No arribem a entendre com ERC –si pretén ser d’esquerres, és clar- davant de les retallades, les privatitzacions, el desmantellament del estat del benestar i els pressupostos de CiU calla i atorga. Per a una formació progressista, en aquests fets, hi ha més motius per cridar la vaga general que en qualsevol altre. O no?
Tornem a la història per uns instants. Poc abans de les eleccions del mes de febrer del 1936 Joan Garcia Oliver, en nom de la CNT, va contactar amb el secretari de Lluís Companys, Josep Antoni Trabal per tal que l’acció d’ambdues formacions no s’interferissin negativament. En aquell moment històric –Companys era a la garjola - la pregunta del dirigent llibertari als membres de ERC va ser tan clara com ho pot ser en l’actualitat. Els hi va dir:
  -ERC és un partit governamental?...
Eterna pregunta, incerta resposta.

26.1.14

OTROS TEMAS, OTRAS LUCHAS

                                                ¡STOP A LA PRESIÓN ESTÉTICA!

Las imagino. Avanzan cadavéricas por la pasarela. Ojos rasgados, pasos firmes,  mirada perdida, piernas como alambres. Juego de palideces pueriles con labios perfilados en bermellón. Dedos afilados sujetos a muñecas que se me antojan quebradizas… Ellos lucirán greñas, barba lampiña y pómulos exagerados. Una nueva línea de moda va a nacer y mil mentes juveniles anhelaran cubrir sus cuerpos con esas prendas exhibidas, no sin una cierta obscenidad.
Mañana cuatro revistas de moda y otras tantas del ‘corazón’ publicaran, a todo color, bellas fotografías en las que la delgadez, subliminalmente, va a ser pregonada como modelo a seguir. Para colmo de males una multinacional nos dirá que la 40 es una talla grande… Como si lo viera. Centenares de jóvenes van a interiorizar que han caído, sin remisión, en las garras del viscoso mundo de la fealdad y el sobrepeso.
  Y uno se pregunta: ¿Por qué debemos aceptar el canon estético que marca una multinacional? ¿Son conscientes estos traficantes de modas, de sueños físicos, del daño irreparable que pueden llegar a ocasionar?
A estas alturas dela película no voy a discutir acerca la delgadez de esas modelos casi niñas, ni de si la moda es la responsable del incremento de los casos de anorexia o bulimia. Para temas manidos ya hay suficientes en la prensa catalana o en las publicaciones de la caverna mediática. Tampoco voy a recordar la muchacha que murió a causa de esas enfermedades del siglo XXI después de exhibir, sin complejos, su osamenta esquelética. No. Pretendo tan solo contarles una sorpresa de caminante urbano con un mini mensaje. Ayer, deambulando por las calles de mi ciudad, observe una tapia que lucía una pintada reciente, divertida y sugerente. Decía así:
 “¿Quién quiere ser estrella pudiendo ser estría y dormir calentita pegadita a tu barriga?
 La máxima no era anónima, llevaba firma: Un par de símbolos feministas y el lema en pintura violeta
  ‘Stop presión estética’.
Permítanme que me sume a esa rebelión que protagonizan algunos colectivos de mujeres que no se resignan a la manipulación, que denuncian la publicidad dañina y engañosa, que desean desarrollar sus vidas sin influencias negativas…
Saturado de tanto debate sobre consultas, guerras de banderas y declaraciones presidenciales comprobé, una vez más, que hay vida allende del monotema patriótico y del Barça. Sí amigos, a veces los muros nos hablan de vida cotidiana, de valores, inquietudes y luchas que merecerían la atención no solo de ciudadanía y partidos opositores, sino también una actuación decidida de los gobernantes. La prevención y vigilancia de los disparates que se perpetran contra la salud física y mental de nuestra gente joven debería preocupar algo más a nuestros gestores públicos. Pero estos están por otras cosas y no leen los mensajes de las paredes. Lástima.
A fin de cuentas ¿Qué es la belleza? Nos preguntamos con frecuencia. Decía Jorge Luis Borges que ‘la belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica’.
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24.1.14

FERRAN GALLEGO...UNA REFLEXIÓN NO CONTAMINADA








          LA IMPUNIDAD




Stefan Zweig iniciaba El mundo de ayer, el confortable espacio en que se desarrolló la vida de una familia acomodada de la Viena de antes de 1914, indicando que una sola palabra podía resumir el sentimiento de aquellos años: la seguridad. Observando las condiciones del  conflicto en que se ha sumido el PSC, que ha debido soportar, en sorprendente sucesión, una tormenta de desautorizaciones por su ambigüedad y una de avalancha de reproches por la claridad de sus planteamientos, uno puede pensar que los parlamentarios que han roto la disciplina de voto el pasado 16 de enero podían resumir los recuerdos de sus tiempos en el PSC con una sola palabra: la impunidad.
  En el fondo, la sorpresa que puede haber generado en todos los observadores ese subarriendo del “derecho a decidir” que firmaron los tres diputados no se debe tanto al hecho de que votaran con independencia de los acuerdos tomados en una votación solicitada por ellos mismos, como a que la dirección del partido y del grupo parlamentario haya decidido tomar alguna decisión al respecto. Lo que estas tres personas y el coro que los apoya consideran el respeto a la pluralidad no es más que su contrario, pero les tenían, nos tenían, muy mal acostumbrados. Se tenía la idea de que puede considerarse útil una votación del máximo órgano de un partido que pasa a ser sólo indicativa, especialmente cuando se pierde. Se tenía la idea de que la pluralidad del PSC no se encuentra en la síntesis de posiciones, sino en la yuxtaposición de proyectos. Se tenía la idea de que responder con una sanción a un voto en contra de una decisión, voto realizado en ocasión no sólo importante, sino solemnizada por la profunda carga simbólica de su sentido y escenificación, volvería a abrirse paso un privilegio que se empeñan en confundir con la libertad. Un privilegio ejercido tantas veces en contra de la opinión mayoritaria del partido en el que se milita y que permite la ocupación de cargos públicos. Un privilegio ejercido contra el resultado de una votación en la que se ha participado sin indicar que no se respetaría su veredicto. Un privilegio que no es derecho, porque vulnera los derechos de quienes han puesto en ese lugar a esos tres diputados y rompe el proceso de toma de decisiones políticas de una manera que, de no resolverse algún día, llevaría al PSC –y a cualquier formación política del Parlament- a la inoperancia, a la pérdida de representatividad y a la marginación.
  Las palabras y los gestos de quienes han actuado de este modo muestran a las claras hasta qué punto ese sentido de la impunidad, esa palabra con la que se sintetiza cómo se ha vivido en el PSC en estos tiempos de cólera, ha desguazado cualquier impresión de liderazgo que asegure la recuperación de un proyecto, los derechos de la militancia y la posibilidad de escapar a las trampas que no deja de tender el nacionalismo. Su reclamación de querer ser fieles a su conciencia confunde sin descanso aquellas ocasiones en las que puede preservarse una opción personal -en la que un partido no puede entrar en conflicto con creencias íntimas de sus militantes- con una cuestión que se presenta nada menos que como aquello que define el espacio a ocupar por todos y cada uno de los partidos políticos catalanes en este momento. Su exigencia de que no se tomen medidas administrativas, sino políticas, parecen achacar a su actitud la exclusiva calidad política de una decisión, mientras atribuyen a sus consecuencias un carácter meramente administrativo. Como si la sanción por romper la disciplina de voto en una cuestión crucial fuera un asunto de trámite. Vamos, como si se estuviera reclamando a cualquiera de los tres que pagaran las cuotas atrasadas. Sus palabras han demostrado, finalmente, que, cautivo y desarmado el sentido común de la izquierda, las fuerzas nacionalistas han alcanzado sus últimos objetivos. Lo único que puede romper al PSC es la cuestión de la consulta, mientras nada, ninguna otra cuestión que tenga que ver, por ejemplo, con los recortes de servicios sociales, produce el menor problema de conciencia o reclamación de la libertad de voto por algún diputado de Esquerra Republicana que se interrogue sobre el sustantivo de su denominación. Existe, claro está, un último factor en el que habrá que empezar a entrar en estas semanas de debate, y que quizás permita descubrir dónde se encuentran otros asuntos de la pluralidad del PSC. La gestión del tripartito, en cuya desgraciada trayectoria se encuentran los resultados electorales que han llevado al socialismo catalán a su mínima expresión parlamentaria y social desde la Transición, algo tendrá que ver con los problemas de credibilidad del partido. Y algo tendrá que ver aquella gestión tan escasamente brillante de quienes claman que están contra la corriente del partido, aunque naden a favor de la marea nacionalista que empapa las tertulias, los artículos y las declaraciones con apariencia informativa de los medios de comunicación. Estuve a punto de morir en la zona de urgencias de un hospital público de Catalunya, aquejado de una grave isquemia de colon que fue mal diagnosticada, entre otras cosas porque se tardó más de 24 horas en hacer una prueba adecuada, aunque costosa. Eran los tiempos en que el tripartito decía preservar la calidad de la sanidad pública, en que decía garantizar los servicios de urgencias, cuando tu vida o tu muerte dependen del precio de un escáner. Estoy vivo porque abandoné el centro y se me atendió en una clínica privada, cuyo tratamiento tuve el privilegio –sí, el privilegio- de poderme costear. Quizás debería haber hecho lo que tan poco acostumbrados estamos a realizar: demandar al hospital y al Servicio Catalán de la Salud, exigiendo a sus máximos cargos que asumieran la responsabilidad derivada de una gestión sanitaria que podía llevar a un desastre como el sufrido.
  Podía haberme referido a cuestiones generales, hacer un análisis exhaustivo de la gestión de determinados dirigentes socialistas en el descrédito del único gobierno de izquierdas que ha tenido nuestro país en treinta años. He preferido señalar esta cuestión personal, quizás contaminado por una política en la que lo que lo personal, lo individual, sólo pasa a ser sacralizado, sólo tiene importancia, sólo sale en los periódicos, cuando les pasa a algunos. En nuestra particular feria de vanidades que ciertos personajes públicos llaman pluralidad, los demás son silencio.
FERRAN GALLEGO 
catedrático de la  UAB .Doctor en Historia
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23.1.14

SOBRE LA VALENTIA POLITICA









EL PSC Y LA CAJA DE PANDORA



Sí, es verdad. En el cosmos de los socialistas alguien ha abierto la Caja de Pandora. Los males que contenía han sido liberados y se expanden por el éter para uso perverso de enemigos y extraños, para riña entre colegas. De acuerdo, el numerito es considerable pero la mitología griega también nos narra algo claramente positivo. En esa caja de los truenos se hallaba recluida la diosa Elpis, deidad que personifica el espíritu de la esperanza y lleva consigo la cornucopia, el cuerno de la abundancia. Recuerden el refranero: No hay mal que por bien no venga. Veremos.
 
De momento analistas, damnificados, escribas a sueldo, tertulianos y propagandistas del monotema no han dejado de opinar al respecto. Confieso que muchos de esos análisis se me antojan repetitivos, tediosos. A otros se les ve intencionalidad, cuando no mala fe, con cargas de profundidad. Mientras tanto la televisión y la radio del régimen entrevistan y filman a los díscolos hasta la saciedad. No obstante, entre tanto guirigay, llamó mi atención la valoración que verbalizó hace un par de días, en una televisión de ámbito estatal, una conocida activista antiglobalización. Sostenía la teoría de que la actitud beligerante de los viejos dirigentes y consellers del PSC, hoy revoltosos, viene motivada por un intento de resarcirse de sus propios errores de gestión cometidos durante la época del tripartito. Según la activista citada, el declive del voto socialista es consecuencia de unas políticas gubernamentales alejadas de los programas de izquierdas. Las expectativas de cambio creadas y frustradas han provocado, siempre según la comentarista, la decepción de los votantes socialistas y su desmovilización. De ahí a la sospecha de complicidades con el mundillo de los intereses de la derecha solo hay un paso. Si a ello añadimos la adopción del universo simbólico nacionalista por parte de algunos próceres socialistas, la desorientación completa estaría servida. El paradigma de este transfuguismo de pensamiento y acción, llevado hasta las últimas consecuencias, sería el de aquel político socialista que consiguió cambiar su fe en solo tres días de diciembre… En síntesis: algunos ex mandatarios cubren su historial de despropósitos y responsabilidades con disidencia patriótico-consultiva; pretenden, así, ocultar el abandono de unas tesis programáticas de izquierdas y una praxis no acorde con lo esperado de ellos. Mi aludida puso ejemplos. Habló del profundo malestar que generó, entre la comunidad educativa y los sindicatos, el entreguismo a CiU protagonizado por el conseller Ernest Maragall, con la ley de educación, a pesar de la firme oposición planteada por sectores del PSC e IC. Algo similar, dijo, a lo acaecido en el ámbito de la sanidad donde la vista gorda hacia las privatizaciones, y la insinuación de copago, se ha visto reforzada en la actualidad con un trato benevolente hacia el conseller Boi Ruiz. También tuvo consideraciones hacia las políticas económicas y de obras públicas pero no quiero cansarles con más referencias.
Lo cierto es que la intervención de la activista antiglobalización da que pensar. Y ahora que hemos salido del bosque, y reabierto la caja de los truenos, uno puede llegar a la conclusión de que fue la propia acción de gobierno del tripartito la que debilitó el voto de la izquierda no identitaria. ¿Cómo? Gestionando con parámetros excesivamente conservadores y depositando en manos del independentismo de ERC el ámbito cultural y comunicacional. ¿Balance? Un exconseller de Cultura –Ferran Mascarell- tránsfuga; un exconseller de Ensenyament abogando por la articulación de un Frente Nacional Patriótico y una coral de diletantes defendiendo tesis propias del soberanismo rupturista.
¿Quieren más? Hay conversiones al federalismo ‘de hace cuatro días’ afirmaba Quim Nadal. Cierto, tantas como de tecnócratas, burócratas, asesores y escribas a sueldo apuntados a la nueva ‘unanimidad’ que proponen los excluyentes.
  Seamos honestos. Quienes hoy hacen un acto de valentía política, de lucha contracorriente, de singularización, no son los díscolos del PSC -arropados por ‘la ratafía mediatica’del país- sino el propio PSC en su intento de recuperar el bagaje de izquierdas que le es propio, en su empeño por explicar un proyecto federal… Todo se andará. No en vano la diosa Elpis, la esperanza, vuelve a cabalgar entre nosotros.
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20.1.14

REFLEXION SOBRE EL PSC DESDE FUERA DEL PSC








TRAMPAS EN EL SOLITARIO

Muchos ciudadanos de izquierdas, de muy diversa trayectoria, vemos en estos momentos en el PSC una garantía que podría haber sorprendido en otros momentos. No es solamente el partido en el que se deposita una determinada tradición de la izquierda obrera. Además de eso, aparece como la formación que preserva el pluralismo social, cultural y político en Catalunya. Pluralismo social por ser el partido que sigue planteando ser el representante de los trabajadores, en los momentos de unanimidades farsantes, destinadas precisamente a evitar que los conflictos de clase determinen la identidad de cada opción. Pluralismo cultural porque en sus manos se encuentra la posibilidad de una respuesta al centralismo nacionalista español que no se refugia en el nacionalismo catalán, sino en las raíces federalistas y democráticas de lo que, para muchos de nosotros, es el mejor yacimiento de la cultura política de nuestro país: un federalismo no entendido como mero instrumento de coyuntura para ajustar problemas constitucionales, sino una forma de comprender el ejercicio y control del poder. Pluralismo político, porque sólo el PSC parece ya mostrar, cuando han desaparecido opciones que vertebraron el pensamiento y la acción de la izquierda socialista, signos claros de evitar que el nacionalismo haya simplificado las alternativas estratégicas de Catalunya. Nunca ha parecido tan claro como ahora que el nacionalismo despliega todo su potencial exclusivo y excluyente: como siempre, no desea reconocerse como opción entre otras, sino como manifestación de la totalidad del pueblo, vehículo de su unánime voluntad, espacio homogéneo de su voz indivisible. “Ir contra la corriente”, nos proponía Joan Ferran hace unos días, en vísperas de esa crónica de una desfachatez anunciada que se ha vivido en el Parlament. Cuando el PSC ha mostrado su disidencia, cuando ha advertido que Mas y los acólitos que le flanquean nos llevan a un callejón sin salida institucional y, lo que es peor, a un extenuante laberinto de sinuosas frustraciones políticas, nadie ha señalado “el valor del inconformismo”, “la calidad de la disidencia”, “el anacronismo de la unanimidad” o la sarta de lindezas con las que ahora se exalta a los diputados que decidieron romper la disciplina del grupo socialista en lo que ellos llaman un acto de conciencia. Cuando el PSC expresa su incomodidad en la caverna de sombras platónicas en que Mas ha convertido nuestra vida política, su dirección ha tenido que soportar los golpes que las sociedades unanimistas suelen asestarse en la línea de flotación de los heterodoxos. Cuando no se le ha propinado esa vieja acusación de “sucursalismo” con la que los nacionalistas de la transición, entonces tan minoritarios, deseaban excluir de la legitimidad a los partidos de la izquierda, se le ha arreado el sambenito de falta de respeto a sus electores –defendidos con inaudita audacia por quienes nunca han votado al PSC-, o se la ha tildado de ser compañero de viaje de la derecha. Acusación, esta última, que llegando de quienes aprueban presupuestos antisociales o ponen su eco-sonrisa al lado del President que anuncia la consulta, no deja de tener sus bemoles ideológicos. Sin embargo, ha bastado con que tres diputados elegidos en un sistema de listas cerradas hayan votado, en un tema fundamental, en un aspecto decisivo, contra lo que la dirección del PSC ha aprobado de forma abrumadora, para que las encendidas condenas del disidente se conviertan en desmedidos elogios del heterodoxo. Como el espectáculo nos lo conocemos ya los viejos del lugar, nada nos extraña el mutuo afecto que se ha establecido en esta entrañable historia de amor: los tres se dejan querer por quienes siempre han sido sus adversarios políticos o, por lo menos, por quienes siempre han sido los enemigos del PSC. Y todas las fuerzas nacionalistas, las que tuvieron como principal empeño construir una Catalunya en la que ni el PSC ni ninguna otra formación de izquierda obrera llegara a gobernar, muestran conmovedores halagos a la firmeza moral, al coraje cívico y a la decencia personal de quienes se han atrevido a disentir. Dejemos para esas ocasiones que tan frecuentemente hallaremos en los próximos meses, comentar la dureza de piel con la que se acusa al PSC de no respetar la voluntad del pueblo, cuando CiU ha gobernado este país con menos votos que los socialistas. Dejemos para reflexiones más extensas lo que hay de impropio, de escasa elegancia y de menor estatura política, en las condiciones de los países con un sistema parlamentario bien asentado, que las decisiones de un partido parezcan tener que depender más de lo que opinan sus adversarios que de lo que consideran sus dirigentes. Lo que importa ahora es volver a simular nuestra sorpresa. O volver a aceptar que el ilusionismo nacionalista no es sorprendente, sino tramposo. Tras haber trazado esa línea imaginaria que divide a los catalanes en honestos e indecentes, en patriotas y traidores, en caudillos populares y burócratas siniestros, se ha dado un paso más, que completa la pérdida de formas y la quiebra de valores de nuestro escenario público. Porque, al parecer, dentro del PSC, en el seno del grupo parlamentario socialista, se desea ahora establecer una nueva línea de demarcación. La que separa a tres personas lúcidas, respetuosas con la voluntad del pueblo, defensores de la libertad de todos los catalanes e impulsores de la máxima calidad democrática de nuestras instituciones, y a quienes, cuando han votado NO, lo han hecho sin atender a su conciencia, sin respetar su programa electoral, con sombrías actitudes de desprecio a lo que lo que quieren los ciudadanos, con sórdidas maneras amenazadoras, con un desprecio al pluralismo propio no sólo de los intolerantes, sino también de quienes carecen de verdaderas convicciones, sustituidas por atención al toque de ordenanza. No sé si servirá de mucho, pero algunos, unos cuantos, quizás la mayoría de quienes estamos fuera del nacionalismo y nada identificados con la derecha, creemos que quienes han votado NO merecen que el suyo sea considerado un voto socialista, defensor de los derechos de Catalunya, respetuoso con los acuerdos de los órganos de dirección del PSC y fiel a una tradición que precisamente se llama federal para distinguirse de la que prefiere el lugar del nacionalismo. Que su NO responde al esfuerzo de preservar ámbitos de encuentro con la izquierda española, a la que debemos la existencia misma del Estado autonómico y la perspectiva de un Estado federal. Que su NO es el acto responsable de impedir que, en una dinámica que puede ser halagadora para la demagogia populista, pero letal para el sentido político de quienes tienen que velar por la democracia, llevemos a TODOS los catalanes a una situación imposible de gobernar en el campo de la razón y entregada a ese vehículo de tracción emocional en que se ha convertido nuestra cultura política. Que sepan, también, los “disidentes” que todo el aprecio que les dispensan algunos de forma tan obscenamente oportunista, que todo ese afecto con el que se dejan mimar ahora y que, sin duda, puede incrementar su cotización en la bolsa de valores políticos de nuestra desdichada sociedad, forma parte de la bisutería política y las baratijas ideológicas con que los adversarios de una fuerza política siempre adornan a quienes la debilitan. Quienes gestionan las salidas conservadoras en este país saben perfectamente que la partida política en que va a decidirse la suerte de este país no podrá jugarse con quienes empiezan haciéndose trampas en el solitario. 
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19.1.14

CONTRA EL PSC SE VIVE MEJOR








OTRA SANTA ALIANZA ...CONTRA EL PSC


¿Les suena el nombre de Metternich? Seguro  que sí. Karl Marx i Friedrich Engels lo citan en el primer párrafo del famoso Manifiesto del Partido Comunista. Este reaccionario canciller austriaco es citado junto al Zar, el Papa, Guizot y los radicales franceses como uno de los promotores de una Santa Alianza para combatir la marea del socialismo que se cernía sobre Europa. Y ya que algunos juegan a reinterpretar la historia según su conveniencia, celebrando centenarios y seminarios, uno también puede permitirse el lujo de intentar averiguar quién, en la Cataluña actual, se asemeja más al canciller Metternich como alentador de una cruzada antisocialista.  Veamos.¿Por ventura juega este papel el actual presidente de la Generalitat, Artur Mas? Y también, ¿Por qué no adjudicar a unos cuantos modernitos el papel de radicales franceses, o polizontes alemanes, disfrazados de portavoces de los deseos de un pueblo en marcha?...
Pues bien, un par de párrafos más abajo el famoso Manifiesto aboga por que las fuerzas progresistas “expongan a la luz del mundo entero sus conceptos, fines y aspiraciones”.
El acoso y derribo contra los socialistas catalanes y su primer secretario orquestado por competidores, adversarios y algunos correligionarios no tiene nombre. Persiguen, unos, desmantelar la fuerza política del socialismo en Cataluña para poder maniobrar con mayor comodidad según sus intereses partidarios. Para otros es el mecanismo que les permitirá, creen, satisfacer aspiraciones personales deseadas y jamás materializadas. Y todo ello sucede ante la mirada atenta de unos terceros que porfían por ‘pillar’ algo tras un hipotético naufragio socialista.
Pues va a ser que no. A los socialistas catalanes les corresponde hoy una ardua tarea de recuperación histórica. Dado que IC ha optado por abrazar un “neoliberalismo con sensibilidad social”, le corresponde al socialismo la intervención en la nueva conflictividad social, en lo que durante mucho tiempo se había llamado, sin rubor, lucha de clases y hoy reaparece con fuerza inusitada. Urge acometer esta tarea frente a aquellos que sostienen que la sociedad actual es un mero conglomerado de individualidades y gentes que viven felizmente cohesionadas merced al hecho nacional. El nuevo Metternich desearía hacernos olvidar el eje social, pero ello no le va a ser posible. Los nuevos radicales posmodernos nos quieren imponer objetivos que no nos son propios y difuminar el mensaje que le corresponde al PSC. Para ello, no lo duden, se valdrán de todo tipo de artimañas. Apelarán al Papa y al Zar de turno, a la estética de una democracia sin lealtades ni condiciones. Pero, a pesar de tanto ruido y eco mediático, al PSC le corresponde hoy más que nunca combatir para defender los derechos sociales aniquilados por la derecha. También la defensa de la cercanía del poder al ciudadano que es la esencia del federalismo.
 Hay una izquierda social que no milita en partidos políticos, que no firma manifiestos y está a la espera de que el socialismo recupere su instinto natural de clase, que sepa resistir.
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15.1.14

A CONTRACORRIENTE ¿POR QUÉ NO?






EL DISCUTIDO VOTO DEL PSC


No recuerdo si fue la lectura de ‘El hombre que amaba  a los perros’ del cubano Leonardo Paduro lo que acrecentó mi curiosidad sobre la vida y milagros de Liev Davidovich (Trotski) o el interés por las grandes utopías del siglo XX y sus perversiones. Lo cierto es que tras rastrear la obra y los escritos del viejo revolucionario confieso haber hallado reflexiones que permiten ir más allá de lo inmediato, de lo coyuntural. Los textos de Trotski transmiten sensaciones, describen paisajes, hablan de arte y cultura y, lógicamente, también de estrategia política. Estrategias, actitudes y reacciones que seguramente cuando han de ser aplicadas por las personas no están exentas de determinados condicionantes psicológicos o intereses personales.
Últimamente se habla mucho acerca del discutido voto del PSC. Se debate en los medios de comunicación sobre la disciplina de voto en los grupos parlamentarios, sobre la obediencia debida a un compromiso -llamémosle contractual- entre un individuo y el colectivo que lo arropa, sobre la dimensión de la objeción de conciencia… El último episodio lo han protagonizado un grupo de diputados del PSC respecto a una resolución, promovida por los sectores soberanistas del parlamento catalán, que tiene como objetivo la validación de la consulta por el Congreso de los Diputados. Quieren tramitarla a sabiendas de que allí no están por la labor. La polémica está en el aire y los adversarios mediáticos y políticos de los socialistas no cejan en su empeño por fragmentar y cuestionar las decisiones adoptadas por la dirección de Pere Navarro. Pues bien, es en una situación como la creada que me parece interesante recuperar una reflexión sobre la actuación de los políticos que León Trotski escribió en 1915. Dice así:
“El ‘doctrinario’ se aferra a una teoría a la que ha desprovisto de todo espíritu. El ‘oportunista-pragmático’ asimila los tópicos del oficio político, pero cuando sobreviene un trastorno inesperado se encuentra en la posición de un peón desplazado por la adaptación de una máquina. El ‘ideólogo’ de envergadura no se encuentra impotente más que en el momento en que la historia lo desarma ideológicamente, e incluso entonces a veces es capaz de rearmarse rápidamente, asimilar la idea de la nueva época y continuar jugando un papel de primera fila”.
Un servidor no va a calificar a nadie de doctrinario. Tampoco intento estigmatizar a otros tachándolos de ‘oportunistas pragmáticos’ adheridos a la corriente de la moda dominante. No, nada de eso. Cada cual sabrá que ambiciona y que le mueve a actuar de determinada manera. Tan sólo considero que a los socialistas catalanes y españoles les ha llegado el momento de ejercer ‘ideólogos’ y rearmarse. ¿Para qué? Sencillamente para volver a jugar un papel de primer orden sin ejercer de peones acomplejados. Eso sí, con propuestas y criterios propios aunque, inicialmente, toque navegar a contracorriente.

12.1.14

RELEER LA HISTORIA







LAS BAYONETAS DE MAS


A los múltiples errores de gestión gubernamentales, de oportunidad y de estrategia política atribuidos a Artur Mas habrá que añadir otros acerca de su particular interpretación de la historia. Los nuevos deslices presidenciales han tenido lugar en la ceremonia de inauguración de los actos del Tricentenario del 1714 celebrada en la antigua catedral de Lleida. En ese bello marco monumental Mas se inspiró en el pasado para comparar la lucha de los héroes del 1714 con el momento político actual. Habló de bayonetas y fusiles, de derechos, libertades y votos. Su léxico y timbre no estuvieron exentos de una cierta épica decimonónica, casi carlista. Creo que el president yerra cuando obra así, se equivoca. Releer la historia, como hizo él, con criterios del pasado, es un error que podría acarrearnos consecuencias no deseables.
Fue el eminente historiador John.H.Elliott quien nos advirtió en su momento “del peligro de la mitología en la formación de las identidades colectivas y nacionalidades”. El ejecutivo catalán, sus escribas a sueldo y algunos tránsfugas se han empeñado en instalar en el relato colectivo la idea de una España en lucha continua contra Catalunya. Lo intentan sin rigor histórico y mucho condimento sentimental. Un servidor de ustedes no se entretendrá en narrar algo tan obvio como que lo del 1714 fue un conflicto dinástico, entre los Habsburgo y los Borbones, en el que algunas potencias europeas dirimieron sus intereses. Tampoco voy a recordar que bajo los Austrias la decadencia del país fue notable y que éste remontó bajo los Borbones… Insisto, releer y reescribir la historia en clave presente no es ni serio ni científico.
No seamos ingenuos; muchos nos venden hoy 300 años de expolio, o represión, con la intención de ocultar su nefasta gestión de gobierno al frente de las instituciones catalanas. Pero en escena también encontramos otros elementos colaterales que entristecen a más de uno, por ejemplo: Comprobar como sectores de la izquierda sindical y política se han dejado hipnotizar por la retórica victimista del nacionalismo olvidando su esencia originaria.
Artur Mas ha instado a la ciudadanía a movilizarse para “recuperar plenamente aquellas libertades que tantas veces nos han intentado arrebatar”. Frase tan hueca como contradictoria la suya. Lo que realmente nos están arrebatando son los logros y conquistas del estado del bienestar; y es ese robo -o expolio de derechos adquiridos- el que realizan los gobiernos de Catalunya y España al unísono. Pero de todo ello nuestros patriotas no dicen ni una palabra.
A un servidor de ustedes que no le vengan con monsergas los monaguillos de izquierdas abducidos por las modas secesionistas. Si son incapaces de mantener en forma sus criterios allá ellos, que cambien de color.
 Y en lo que atañe al president y su tropa, un consejo: Déjese de puñetas; mientras su gobierno nos recorte el bienestar no nos venga con bayonetas…las carga el diablo.
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7.1.14

SOBRE ELS FEDERALISTES






VELLS I NOUS FEDERALISTES



Avui que tothom torna a parlar de federalisme potser ha arribat l’hora que l’esquerra honori el pensament i el talent de Francesc Pi i Margall. Podria fer-ho -per exemple- posant de relleu tant la teoria com el discurs humanista i social  del que fou president de la primera República Espanyola. Enguany el pensament polític de Pi i Margall esdevé més actual que mai, més proper a concretar-se -òbviament modernitzat- que mai. És en un context com l’actual que la relectura de Pi i Margall es fa valer al comprovar que col•loca l’individu, la llibertat i el benestar social en l’epicentre del seu ideari. I ho fa al mateix temps que propugna el federalisme com la fórmula magistral que permet l’engranatge, dins l’estat espanyol, de totes les nacionalitats ibèriques sense trencaments ni secessions.
 La proposta dels socialistes, anunciada avui per Rubalcaba i Navarro de reformar la Constitució Espanyola, en un sentit federal respecte la configuració de l’estat, emergeix com el contrapunt més solvent i democràtic a les tesis independentistes i a la deriva suïcida que propugnen alguns sobiranistes. Aquesta nova proposta parteix d’uns determinats antecedents històrics vinculats al vell republicanisme federal. El fil conductor del pensament de Pi i Margall està farcit de valors socialistes i llibertaris, valors basats en la solidaritat econòmica i humana. Friedrich Engels ho va tenir clar quan va escriure:
 ”Entre els republicans oficials era Pi l’únic socialista, l’únic que va veure la necessitat de fonamentar la República en els treballadors”.
El discurs i la proposta de reformes anunciades avui per PSC i PSOE beu d’aquestes fonts progressistes republicanes i federals. Aquesta proposta anunciada pot esdevenir l’inici d’una nova embranzida de les esquerres arreu de l’estat per liquidar l’hegemonia de les dretes en el poder.
Permeteu-me que clogui aquests comentaris amb una referència anecdòtica però no exempta d’una certa rellevància, diguem-ne, simbòlica. Per a un internacionalista català esdevé un plaer comprovar com en algunes ciutats cubanes hi ha carrers i avingudes que duen el nom de Francesc Pi i Margall. No en va el pare del nostre federalisme fou un dels pocs polítics i pensadors amb pronunciaments inequívocs contra les guerres de Cuba i Filipines. La seva fou una de les poques veus crítiques contra el patrioterisme i el bel•licisme que tant va contaminar en aquella època les forces polítiques catalanes i espanyoles. Perillós el vell ‘jingoisme’, perillós també el nou...
I per reblar el clau una frase aplicable a la nostra actualitat. Deia Azorín de Pi i Margall: “Enmig del tremend desconcert de l’última dècada del segle XIX, només aquest espanyol es dreça pur enmig de la turba de negociants, discursejadors i cínics”
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6.1.14

LAS PRIMARIAS,EL CASCARRABIAS Y JEAN JAURÈS








LAS PRIMARIAS



Cuenta una encuesta, recogida por la prensa escrita, que sólo un nueve por ciento de los ciudadanos confía o ve con buenos ojos la actuación de los políticos españoles y de sus partidos. De ser cierto este bajo porcentaje de valoración positiva la tan comentada “desafección política” habría anidado en nuestro país para quedarse durante una buena temporada. ¿Motivos? Unos culpan del fenómeno a la crisis y sus maldades encarnadas en forma de paro y recortes sociales. Otros aducen que la corrupción ha convertido al país en un estercolero donde casi todo huele a podrido, incluso la Monarquía. Tampoco faltan sesudos análisis históricos que vinculan este sentimiento de desapego a la memoria de las viejas tradiciones del apoliticismo libertario ibérico. Sea como fuere, el dato está ahí. Los responsables y gestores de la cosa pública tienen hoy la obligación de ofrecer alternativas a la situación o, al menos, insinuar salidas correctoras. El panorama actual urge recuperar la dimensión democrática y humana de la política rescatando el derecho a una participación ciudadana más directa, tangible. Una participación que debería preconizar valores y acabar con la malsana visión de que en la política todo son intereses materiales, fundamentalismos identitarios, culto al poder, al dinero y al consumo.
Los ciudadanos manifiestan día a día nuevas necesidades de participación. La era de las nuevas tecnologías y de las redes sociales obliga a redefinir métodos y abrir nuevos caminos y ventanas. Pues bien, dado que no sólo de ‘consultas’ vive el hombre, los medios de comunicación también nos hablan estos días de elecciones primarias en el seno de algunos partidos. Sí, de ese método empleado hasta la saciedad por los americanos o de ese otro que permitió a Françoise Hollande, en Francia, optar a la presidencia de la República. En España los más entusiastas promotores de las primarias cuentan que sus virtudes devienen casi taumatúrgicas. Nos dicen que suscitan el interés del ciudadano por la política y favorecen la participación en la actividad colectiva, que su práctica regenera el juego democrático. Afirman también sus valedores que son un eficaz antídoto contra los lobbies y las estructuras piramidales. Vaya, que sin ser la panacea sirven para muscular y revitalizar la vida democrática con una inyección de participación directa en la elección de candidatos.
Algún plumilla ha escrito también, en relación a las primarias del PSC en Barcelona, que se ofertan más caras que proyectos. Es probable que sea verdad pero, a mi modesto parecer, y sin menospreciar el discurso de los candidatos, eso hoy no es lo determinante ni lo más importante. Un servidor, que comienza a ser veterano en política, sabe que el papel lo resiste todo. Sobre un pedazo de celulosa cabe un poema pero también muchas falacias y medias verdades. Uno es consciente de que un montón de asesores, técnicos y expertos en márquetin son capaces de crear literatura en beneficio del mejor postor. Y es que amigos, a estas alturas de la película, ya no es suficiente adornar candidatos con bellos proyectos de ciudad o de país. El ciudadano quiere una cosa que va más allá del Photoshop, de la lista de promesas y de las imaginativas y edulcoradas campañas publicitarias…
Permítanme, des de la barrera, insinuar a los futuros electos tres o cuatro nimiedades más allá del texto de sus programas. A veces en lo simple está la miga. Por ejemplo: Prométanme que acudirán a sus respectivos despachos, como lo hacen la mayoría de los ciudadanos, en transporte público y que usaran el vehículo oficial sólo para lo oficial. Prométanme que sus gastos de representación se circunscribirán a eso y sólo a eso. Asegúrenme que sus asesores (los necesarios) serán los más idóneos, expertos y capaces y que obviaran otras consideraciones. Garantícenme que a sabiendas de que una conducta inmoral puede no vulnerar la norma legal, su comportamiento estará presidido por la ética de la responsabilidad. Prométanme que piensan salir tan ligeros de equipaje como entraron, que su vocación es de servicio público, que serán accesibles, cercanos, transparentes y que trataran con corrección a los subalternos, que… Juren ante la ciudadanía que la actitud y la ética son tan importantes como los programas y los proyectos.
Permítanme que les recuerde, para concluir estas sugerencias simplonas de viejo cascarrabias, un par de cosas más: Las primarias no pueden servir jamás para enfrentar instintos primarios. La idoneidad y la valía de los candidatos deben prevalecer sobre la pertenencia a una determinada tribu. Sólo así pueden y van a ser útiles. Afortunadamente en nuestra memoria histórica hay otros centenarios más allá de los que pregona tv3; uno de ellos es el de Jean Jaurès. Hace unas décadas este eminente político y pensador galo ya nos decía:
 “No se enseña lo que se quiere, no se enseña lo que se sabe. Se enseña lo que se es”. 
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