El blog d'en Joan Ferran

1.8.13

DE LECTURA RECOMENDADA....







LA HORA DE LA AUDACIA
Francesc de Carreras

Despedimos el curso de la política catalana con una carta. Lo reanudaremos a principios de septiembre con el inicio anticipado de los fastos sobre 1714. La carta se la ha dirigido el president de la Generalitat al presidente del Gobierno. En ella le pide que aborde el diálogo y la negociación para que los ciudadanos catalanes sean consultados sobre si desean separarse de España y constituir un Estado independiente. Si yo fuera Rajoy no dudaría un instante y aceptaría el reto: pondría inmediatamente en marcha los mecanismos necesarios para llevar a cabo la consulta. Quizás es la última ocasión que se le ofrece para resolver limpiamente un grave problema del que por ahora parece no enterarse. Y, además, resolverlo de una tacada. Como hizo Cameron al día siguiente que el Partido Nacional Escocés ganó las elecciones con el 51% de los votos. También este partido fue a las elecciones pidiendo una consulta y ahora una de las preocupaciones de los nacionalistas catalanes es que el referéndum que solicitan se celebre antes que el escocés, tan convencidos están allí de la derrota. El buen político debe combinar prudencia y audacia. Adolfo Suárez, por ejemplo, es una muestra de cómo se deben simultanear ambas virtudes. Por un lado, fue sobre todo prudente al desmantelar, paso a paso, las estructuras del franquismo. Convenció primero a unos para que se suicidaran políticamente –no otra cosa fue la aprobación por las Cortes franquistas de la sutil ley para la Reforma Política– y después negoció con los otros para dar los indispensables pasos previos a una convocatoria electoral que debía acabar eligiendo una asamblea constituyente. Pero Adolfo Suárez tenía también preparada otra inesperada jugada, más audaz que prudente: el retorno de Tarradellas como presidente de la Generalitat. Todos los políticos catalanes, de boquilla, estaban pidiendo el retorno de Tarradellas, pero ninguno lo deseaba. Jugaban de farol sabiendo que se trataba de un imposible lógico: no era pensable entroncar la legitimidad histórica republicana con la nueva monarquía democrática. Pero inopinadamente Tarradellas aterrizó en Madrid ante el pasmo general. Las izquierdas, el PSC y el PSUC, que habían ganado abrumadoramente las elecciones en Catalunya, se vieron desbordadas y no tuvieron más remedio que acoger con falso entusiasmo al viejo político, un auténtico desconocido hasta un año antes. ¿Sería Tarradellas aceptado por los franquistas recién derrotados en las urnas pero que aún controlaban importantes resortes del poder, especialmente dentro del mando militar? Las incógnitas eran muchas. Pero Suárez, por si acaso, había estado moviendo sigilosamente sus piezas desde meses antes para impedir que su interlocutor fuera la Assemblea de Catalunya, en la que no tenía peso alguno. Una jugada maestra, producto sobre todo de la audacia. Es evidente que la prudencia es la virtud política más destacada de Rajoy. Quizás a ella se debe que España no haya sido intervenida cuando hace un año parecía inevitable. Pero durante este año, en que tanto le ha preocupado la economía, no ha dedicado ni un minuto a la nueva situación política catalana, a excepción de interponer recursos judiciales. Y desde el pasado Onze de Setembre han cambiado en Catalunya algunas cosas sustanciales: el movimiento nacionalista, que ya no está bajo el control de CiU, ha pasado de pedir un concierto económico como el vasco a demandar un referéndum de independencia. Un embate complicado para el Gobierno, qué duda cabe, pero perfectamente sorteable si, además de la prudencia, se aplica también la audacia. La carta de Mas es el comienzo de la última etapa en el itinerario trazado por los nacionalistas. Rajoy puede hacer lo mismo que el año pasado, cuando respondió negativamente a la petición del concierto económico. Entonces tenía razón, no podía contestar otra cosa ya que ni jurídica, ni política ni económicamente era este posible. Pero ahora la situación es distinta. Es posible llegar a un acuerdo en celebrar un referéndum consultivo en Catalunya de acuerdo con el art. 92 de la Constitución. Creo que Rajoy haría bien en coger al vuelo la propuesta de Mas y poner manos a la obra. Son tantos los argumentos para decir no a la independencia que es imposible que una sociedad como la catalana, compuesta en su mayoría por personas razonables, escoja una vía que tanto la va a perjudicar. Lo que falta es debate y razones. Los medios de comunicación públicos catalanes, y algunos privados, sólo dan voz a una parte, a los partidarios de la independencia. Por algo será, señal que tienen miedo a las razones del contrario. En cuanto se escuchen estas otras razones sucederá lo mismo que en Escocia y antes en Quebec. Para abrir este debate es necesario que los catalanes, todos, se tomen la cuestión en serio: sepan lo que vale un peine. Sólo será así cuando se vean abocados a votar en las urnas. Son muchos los que deseamos votar no a la independencia, pero queremos votar. Rajoy es prudente pero escasamente audaz. Estamos en la hora de la audacia, no sólo de la prudencia.