El blog d'en Joan Ferran

30.1.13

IBARRA...IBARRA....






ETERNAMENTE IBARRA



Respeto las opiniones de Juan Carlos Rodríguez Ibarra a pesar de que muchas veces no las comparto. El expresidente extremeño acostumbra a explicar, y escribir, lo que piensa sin importarle el ruido, las consecuencias de sus aseveraciones y las maldiciones de sus detractores. Esa valentía le honra. Pero ello no va a ser óbice para que, un servidor de ustedes, le critique el hilo de un artículo publicado recientemente en la prensa escrita.
 Ibarra reclama, con energía, la identificación del socialismo hispano con la letra ‘E’ de sus siglas históricas ante lo que él califica como el furor destructivo del nacionalismo periférico. Creo sinceramente que se equivoca, no comparto ni su opinión ni el hilo discursivo de su escrito. Rodríguez Ibarra intenta combatir el auge –real, eso si- del nacionalismo contraponiéndole otro nacionalismo. Los problemas políticos y sociales de un país no se resuelven con la implementación de un distintivo semejante a los de los vehículos de tracción. No, hace falta echarle un poquito de imaginación a la cosa porque en juego hay sentimientos, pasiones y emociones. Creo que Juan Carlos ha escrito su artículo/propuesta desde el anclaje y la distancia. El anclaje en los viejos cánones del socialismo de la transición y desde la distancia de la sociedad catalana, española y europea. En los tiempos que corren no sirve de nada desgranar las siglas del PSOE para ilustrarnos en cada una de ellas porque son centenarias y fueron creadas en un mundo que ya no es este. Por contraposición ni se me ocurre ni voy a caer en la tentación de desempolvar las tesis de Rosa Luxenburgo o Jean Jaurès. No. Los Partidos han evolucionado y muchas de sus viejas funciones han dejado de ser útiles; el Socialismo, a nivel mundial y no solo el español, está en el diván; lo Obrero es bello como termino, pero la “clase” quizás ha dejado de ser el sujeto histórico que soñaron los clásicos; la España de la segunda Restauración solo existe en los manuales del ministro Wert etc.
 Ibarra, en un subidón de fervor patriótico y terminología obsoleta, nos habla de sacudirnos las dependencias externas precisamente cuando la sumisión del estado español a los teutones ha alcanzado su punto álgido. El expresidente arremete contra la posible reforma constitucional y el federalismo del PSC contraponiéndolo a un acabado estado de las autonomías. Craso error cuando es precisamente la opción federalista de los socialistas catalanes lo que más inquieta al nuevo soberanismo periférico. ¿Sabes por qué Juan Carlos? Sencillamente, porqué es una salida sensata, respetuosa y susceptible de ser pactada sin la ruptura del estado.
Rodríguez Ibarra se remite en varias ocasiones a la historia. Sería largo y fatigoso entretenernos aquí repasando el ayer. Solo voy a exponer, como argumento, que en la tradición de izquierdas de este país abunda tanto el internacionalismo como el iberismo; que en su génesis el socialismo y el republicanismo español beben tanto de Pi i Margall como de Pablo Iglesias o Salvador Seguí, que tanto en la AIT, el POUM, el MSC como en la UGT se fraguo el socialismo de hoy… etc. La idea cabal que precisa el socialismo español no radica exclusivamente en desmarcarse de las ofertas/trampa del nacionalismo –que también- sino en su capacidad de modernizarse, de dar respuesta a una sociedad que tiembla insegura, de reinventarse y reencontrarse con los valores primigenios que se le suponen.
Amigo Ibarra, no nos sirve el enroque. Lo que no puede perder jamás el socialismo ibérico no es la ‘E’, sino la esencia de su ’S’. Nuestros bisabuelos decían que más allá del estado nacional existe el género humano: la internacional. ¿O no?