El blog d'en Joan Ferran

9.4.11

CIEN DEPRIMENTES DIAS


MAS: NI TIMÓN NI BRÚJULA


Tras su victoria el 28 N las huestes de Artur Mas acudieron al Passeig de Gràcia para subir, triunfadoras, a los balcones del Hotel Majestic cantando We are the Champions. Hoy ya recorren todos los escenarios habidos y por haber entonando aquel conocido tango triste que nos habla del abandono y la traición. Y, siendo ecuánimes, podemos afirmar que en algunas cosas tienen razón. Es de justicia cobrar lo pactado y lo que se nos debe. Uno de los requisitos para que el personal se olvide de la falacia de la zanahoria independentista será, sin duda, conseguir la plenitud y el desarrollo de l’Estatut aprobado mayoritariamente por la ciudadanía catalana. Mal haría un gobernante si no cumpliera con rigor pactos y promesas... Pero, dicho esto, cada uno y cada cual también está obligado a responder de sus errores. Artur Mas y los suyos han hecho acopio de ellos en 100 días. Miquel Roca, uno de los padres insignes de la Constitución Española, decía hace pocos días: “hay que saber exactamente qué es lo que se pretende y lo qué se defiende para generar consensos”. Y claro durante estos últimos meses ello no ha sido posible en la política catalana. Los socialistas, por responsabilidad de país y no sin dudas, facilitamos la investidura del nuevo Presidente de la Generalitat. Ofrecimos un primer balón de oxigeno para que se pudiera constituir un nuevo gobierno con placidez. Urgía actuar dadas las circunstancias de la crisis. Le faltó tiempo al nuevo ejecutivo para errar y, en lugar de ofrecernos argumentación solvente capaz de ser compartida, prefirió lanzarse en tromba a fabricar golpes de efecto mediáticos. Lo hizo con escasa fortuna. Generó controversias gratuitas y descuidó un objetivo de vital importancia a medio plazo para el país: el presupuesto. El anuncio y posterior debate sobre el impuesto de sucesiones afloró el afán de protagonismo de Durán Lleida y la necesidad imperiosa de Artur Mas para mostrar su autoridad presidencial. Las contradicciones entorno a los 80 Km/hora y la velocidad variable sumió a los ciudadanos en una profunda desorientación al respecto. El anuncio de recortes indiscriminados en ámbitos como la sanidad, la educación y los servicios sociales han puesto la guinda que faltaba al gran pastel de la confusión gubernamental. Así las cosas los primeros meses del reinado de Artur Mas han ofrecido al personal más espectáculo contradictorio -¡ que ya es decir ¡- que todo un año completo del anterior tripartito. Artur Mas, como si parodiara a su personaje de "Polonia", pide a la ciudadanía ilusión y sacrificio con fondo de bandera. Los que en un futuro no muy lejano deseamos ser alternativa de gobierno hemos asumido la necesidad de arrimar el hombro. Claro que si. Pero exigimos también un plan de ruta, un criterio, una selección de prioridades. Artur Mas, improvisa demasiado, su gobierno se contradice constantemente. Cifra su credibilidad e imagen en un discurso pseudo obamiano que dura lo que dura, es decir: poco. Va siendo hora de gobernar, de tomar decisiones en serio. Hasta ahora la improvisación y las prisas han marcado la agenda del Govern. La cumbre palaciega sobre la crisis se preparó sin criterio y sus pobres resultados están a la vista. No basta con la prédica y las buenas palabras. A la política hay que inyectarle rumbo, brújula. Para intentar llegar a buen puerto al President le convendría inspirarse en las anteriormente citadas palabras de Miquel Roca “hay que saber exactamente que es lo que se pretende y lo que se defiende”.