El blog d'en Joan Ferran

1.8.10

SIN COMPLEJOS: POR EL ESTATUT Y EN UNA ESPAÑA PLURAL



NUESTRA HORA
En el actual panorama de la política catalana cada cual tiene su responsabilidad. El PP fabricó desafectos e independentistas reactivos, el Tribunal Constitucional completó la faena con los acabados, la chapa y la pintura. Pero ellos no son los únicos artífices del desencanto y el mal humor ciudadano. No. Otros juegan a “río revuelto” ejerciendo de pescadores sin escrúpulos para atrapar lo atrapable y vender humo fabricado desde calculadas ambigüedades. Esos ambiguos se creen vencedores y presumen de ser el cambio. En realidad, entre sus huestes, se percibe la vieja y rancia estela de los tantos por ciento y las fundaciones tapadera. Vienen tiempos de discursos, promesas y frases tan ampulosas como huecas. Se agitan banderas y se estimulan instintos atávicos. Se venden paraísos como si fueran destinos cercanos a sabiendas que son antesalas del infierno y la confrontación. Se apela al corazón en detrimento de la razón. A la razón se la sumerge en la queja. El lamento genera esa tensión que enciende la protesta. Elemental, amigos.
Pues bien, libres de esclavitudes y pactos -sellados para avanzar- llega la hora de la palabra clara y el concepto preciso. No es tiempo de estéticas ni aventuras con final incierto. No procede. Es momento de afirmar que la garantía de un buen hacer recae en la oferta política que en Catalunya encarnan el sentido común, Montilla y su gente. Llega el momento de llamar Bossi a los que actúan como tal y fachas a los fachas. Llega la hora de afirmar, sin tapujos, que el independentismo –aunque legítimo- bebe de la savia que le llega desde la cerrazón de cierto nacionalismo español y de la huida hacia adelante de cuatro hombres en busca de un destino (personal). Llega la ocasión de rechazar a los ambiguos por oportunistas y ansiosos de poder. Va llegando el momento de pelear, de nuevo, por un Estatut recuperado totalmente dentro de una España plural y en una perspectiva federal. Todo lo demás, créanme, es gesticulación gratuita sin réditos y con riesgos serios de fractura social.