El blog d'en Joan Ferran

29.10.07

Desde Galícia


Se sospecha que el nacionalismo es milagroso


El partido nacionalista catalán, Convergencia i Unió, ha nombrado portavoz a uno de los hijos del honorable Pujol, Oriol Pujol Ferrusola, de 40 años.


A primera vista puede parecer un dato sin importancia, «un enchufe», como diría la gente de la calle, pero, a poco que nos fijemos, la alteración medioambiental causada es importante y puede ser motivo de una contaminación acústica nada deseable para la salud equilibrada de la comunidad.


En primer lugar, y aun respetando la autonomía que se le presume a cualquier hijo, porque el tema de las sagas ha llenado miles de páginas de la literatura para demostrarnos que los vínculos de sangre no son precisamente jardines de calma, y en segundo lugar, abriga la sospecha mía de que el clan Pujol concibió Cataluña como una sociedad uniforme, servil y agradecida e insiste en hacer recapitular al hijo descarriado que hoy ve campar más o menos a sus anchas.


La maniobra de la pieza de recambio es buena para los nacionalistas y llega en el momento preciso, justo cuando un temporal alentado principalmente por ingeniosas hipérboles de los medios de comunicación públicos catalanes -donde tan bien sobreviven familias y descendientes acunadas desde sus orígenes por los cantos patrios de quienes los fundaron, sin que el tiempo y sus tozudos cambios les hayan alterado en lo más mínimo su apacible fortuna-, han convencido a medio mundo de que por estas tierras apenas sobrevive nadie entre las víctimas de un naufragio ferroviario; de que nos comemos, previo troceado, a los niños que no hablan catalán y de que cenamos todas las noches a dos velas porque ni los de Fecsa nos quieren.


Si será cierto lo que digo que ha sido el recién nombrado casi heredero quien me ha hecho ver la luz un poco más allá de las dos velas que me acompañan. Así que el resto de España se prepare para inventar himnos de reconciliación nacional, porque el heredero acaba de declarar en la Radio Nacional de Cataluña que la culpa de los desastres de Renfe, el AVE, cercanías, el apagón, el Carmel, es del presidente Montilla, sin que se hayan fundido los fusibles ni al servil presentador. Hacía falta un portavoz de este calibre para recuperar la devoción milagrera. Ya saben: nacionalismo o desastre; perdón: catástrofe, como dicen en TV3.


Artículo de Assumpta Roura publicado en La Voz de Galícia