El blog d'en Joan Ferran

26.6.07

Interessante articulo en "El Periodico"


• Esquerra debe superar toda perspectiva endogámica y apostar por intensificar el diálogo con la sociedad

ENRIC Marín Otto*
En las últimas semanas hemos visto aflorar el debate interno en las formaciones políticas homologadas como nacionalistas: la federación catalanista de centroderecha y el partido republicano. Ambos casos son el claro síntoma del cambio de ciclo político que vive Catalunya. El debate interno de CiU es la consecuencia lógica de la adaptación de la coalición al reconocimiento de dos hechos: que ningún partido tiene el monopolio de las referencias catalanistas, y que su paso por la oposición no tiene por qué ser episódico. En el caso de ERC, algunos planteamientos marcadamente personalistas pueden hacer pensar que se trata de una lucha de ámbito estrictamente doméstico. Pero el debate que va tomando cuerpo en el seno del partido histórico tiene una significación y un alcance que desbordan ampliamente la lógica partidaria.Por un lado, la identificación de ERC con el soberanismo hace de este partido el sensor de referencia de la situación por la que pasa el catalanismo político: todas las turbulencias son captadas y amplificadas. Y por otro lado, de momento, la gobernación de Catalunya está fuertemente vinculada a la solidez política de Esquerra.CATALUNYAestá viviendo un cambio profundo de cultura política. Un cambio más importante de lo que pueden hacer pensar algunos análisis estrictamente tácticos e instrumentales. Uno de los elementos más significativos de la nueva situación es la inmersión en la cultura de coalición. Recogiendo fielmente la diversidad y la pluralidad de la sociedad catalana, nuestro sistema político ha evolucionado hacia un esquema pluripartidista. El decisivo paso en esta evolución se produjo en el 2003 con el salto electoral de ERC. Conviene recordar ahora que ese salto electoral no habría sido posible sin la renovación del viejo partido republicano a finales de los años 80. El motor de esa renovación fue la conexión con el independentismo de izquierdas y con los nuevos movimientos sociales.ERC actualizó su mensaje, definió un imaginario político diferenciado del catalanismo conservador y normalizó el independentismo político. 20 años después es bien obvio que la principal expresión del soberanismo político ya está en condiciones de asumir el papel de partido de Govern con clara voluntad de ocupar sólidamente un espacio en la centralidad política.Pero también hay que tomar nota de que el proceso de actualización de la cultura política independentista no está completado. Ni mucho menos. Ahora, igual que hace 20 años, hay que hacer un nuevo esfuerzo de innovación. Los cambios sociales que se han producido en las últimas dos décadas han sido colosales. Para tomar conciencia de esto, basta con entender que el catalanismo popular de hoy es incomparablemente más heterogéneo y diverso que el de un siglo atrás, y que el debate internacional sobre la soberanía nacional ya no se plantea como se hacía hace solo 30 o 40 años. En estas nuevas condiciones, el hilo conductor de la estrategia republicana debería derivarse de una concepción soberanista inclusiva y gradualista. Y de fuerte contenido social. Es decir, abierta e inclusiva, no étnica. Y gradualista, no rupturista.Con el fin de llevar la renovación a sus últimas consecuencias, Esquerra necesita superar toda perspectiva endogámica y apostar por intensificar al máximo el diálogo con la sociedad catalana. Y eso se logra impulsando dos movimientos: la ampliación innovadora del discurso y la adaptación de la organización a los nuevos modelos de relaciones sociales, con el objetivo de multiplicar la capilaridad social. Esquerra se enfrenta a una crisis de crecimiento.Si esta crisis de crecimiento se gestiona con acierto, el partido republicano se irá consolidando como uno de los partidos centrales de la política catalana. Si, por lo contrario, se imponen concepciones endogámicas, el retorno a la situación de partido complementario será inevitable. Como sucede en todo proceso de cambio y transformación, el camino está marcado por disyuntivas. Por disyuntivas y por la tentación recorriendo al repliegue ante las incertidumbres vividas como amenazas.TENIENDOENcuenta la trayectoria histórica de Esquerra, los movimientos de repliegue pueden tomar distintas formas. Una opción podría ser un cierto retorno a las esencias nacionalistas y al imaginario de "la Catalunya catalana". Pero el repliegue también puede hallar refugio en un radicalismo estético anclado en el ideologismo izquierdista e independentista. Y no termina aquí. Se podría superar la tentación del repliegue ideológico, pero cometiendo el error de apostar por otra salida falsa: la que tiende a confundir renovación ideológica y política con un recambio generacional limitado. La renovación real no es renovación de caras, es renovación de cultura política.Esta encrucijada de caminos también puede visualizarse de otro modo: ¿se trata de cerrarse como partido temático y minoritario o de convertirse en un partido nacional capaz de conectar con mayorías sociales? El horizonte de la soberanía nacional es la única salida para Catalunya en el nuevo contexto de globalización. Que esta apuesta sea factible depende, en gran medida, de que ERC sepa convertirse en un partido de proyecto, un partido de mayorías sociales y un partido de Gobierno.