El blog d'en Joan Ferran

17.3.07

Un bon article de Assumpta Roura a La Voz de Galicia


LO QUE TIENEN los nacionalistas es que sienten su nación tan única, soberana y verdadera que los demás somos, como poco, unos intransigentes peligrosísimos, desalmados, gentes de malvivir a las que hay que perdonar la vida porque su ignorancia es su atenuante. Tanto es así que, si ellos mandaran y entrara dentro de sus posibilidades, nos quitarían de en medio porque somos un estorbo con el que tropiezan continuamente dentro de la buena marcha de su proyecto. Me refiero a los nacionalismos de Santiago y cierra España y a los periféricos, preferentemente los catalanes, los gallegos y los vascos. Por ver si conseguía entender algunas de las diatribas soberanas, con la sana intención de hacer cultura pero sin el menor ánimo de reconversión, pedí un diálogo -ahora que están tan de moda- con un nacionalista de los que me pillan más cerca, es decir, catalán y, puestos a pedir, con un catedrático que al menos -eso creía yo- me lo explicaría de forma razonable, científica. Al no concretar nada más en mi solicitud de diálogo, me tocó un sociólogo, hipernacionalista, claro. Hablaba muy bien, sin faltas de ortografía o, lo que es lo mismo, sin enredos ni balbuceos. Puso las cartas boca arriba a la primera, cosa que es de agradecer. Yo le dejé hablar, puesto que el sabio era él y yo alguien sin cátedra, sin cargos de confianza ni asesorías de las que presumir. Sólo me avalaba mi interés por saber y un cuaderno con algunas notas escritas para que no se me olvidaran ninguna de las múltiples contradicciones en las que incurren y por las que pensaba preguntarle. Resultó un diálogo muy curioso, puesto que sólo hablo él. No se refirió a Rajoy ni a Aznar, cosa asombrosa. Sí lo hizo contra el actual Gobierno en particular y contra el PSOE en general, contra los socialistas gallegos, vascos y catalanes. Sentando cátedra, me explicó muy bien por qué -siempre según su versión de los hechos- los socialistas eran unos traidores, vendepatrias que se bajaban los pantalones a la primera de cambio. Para que, ¡ignorante de mí!, aprendiera bien por dónde va la cosa y cómo va de mal, me puso como ejemplo al actual Gobierno catalán, tratando de hacerme comprender lo nefasto que era para Cataluña. Prueba de ello era que Montilla prometía gestionar lo mejor posible los problemas de los ciudadanos, ocuparse de una cierta justicia social en temas de sanidad, educación, inmigración y demás, pero que Cataluña no necesita gestores, sino políticos con ambición de soberanía, con ideales nacionales que, por supuesto, están muy por encima de esas otras menudencias que preocupan a la gran masa, la misma que no sabe pensar. Ideales nacionalistas que, ¡faltaría más!, son prioritarios, explicó. Aprendí mucho, dicho sea de paso. Aprendí que no hay que banalizar con los nacionalistas porque su ideario es dogma de fe, que es mentira que se cure viajando y que entienden el diálogo como un monólogo delirante. Aprendí que con ellos toda precaución es poca.