El blog d'en Joan Ferran

7.2.06

La mano izquierda de Zaplana


He asistido como miembro de la Delegación Catalana del Parlament a la Comisión Constitucional del Congreso llamada a debatir el nuevo Estatut. Este es el paso previo a su aprobación por las Cortes y un prolegómeno al referéndum en Catalunya. No me detendré a explicar los discursos ni los posicionamientos de los diferentes partidos. La prensa da buena cuenta de ello y seguirá haciéndolo a lo largo de las próximas semanas. Quisiera transmitir, en cambio, aquello que no se ve pero se intuye, aquello que no es noticia pero que se percibe con la proximidad. Piqué ha puesto la palabra al discurso que podían verbalizar -el que le dejan hacer desde la calle Génova- y lo ha planteado con inteligente educación. Pero no es de ello de lo que pretendo disertar. Me interesan las reacciones humanas que envuelven la política. Al finalizar la disertación del “popular” catalán los suyos han aplaudido. Lo han hecho sin entusiasmo, mecánicamente y con mirada fría, distantes. He observado detenidamente a Eduardo Zaplana. He seguido el movimiento de sus ojos y su insitencia en apretar el muelle de la parte superior del bolígrafo. He visto como apilaba enérgicamente las cuartillas mientras alternaba comentarios –sospecho que inconstitucionales- con Acebes y Trillo... Pero lo que verdaderamente me impulsa a escribir estas líneas ha sido su forma de aplaudir a Piqué. Mientras sus compañeros de grupo batían palmas, él, en cambio, reclinaba su cuerpo sobre el sillón golpeando displicentemente la mesa con la mano izquierda extendida. He pensado en aquello tan trillado de “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”. O en aquello también de “Señor, líbrame de mis amigos que de mis enemigos me libro yo”.

La mano izquierda de Zaplana amenaza cuando golpea sobre la mesa. Los ojos de Zaplana lanzan destellos de ira contenida, de mal humor, de desprecio... ¿Contra los socialistas? ¿Contra Piqué? Vaya usted a saber. Solo se deciros que su presencia transmite hostilidad e inquietud. Le he escuchado a corta distancia. Intimida y al mismo tiempo da risa. Lo imagino vestido de otra forma, con emblemas y gesto marcial, con botas. Pienso en el incomparable Charles Chaplin actuando en el Gran Dictador. Pero no puede ser, Charlot era un genio y Zaplana... no lo es.